Buscando



Días para qué levantarse, para qué un rostro
un bostezo
la calle, esos días por qué y a mi qué si amanece déjame por favor tengo sueño. La cama es un oasis, un desierto el planeta, y yacer se erige de facto y ad líbitum en la única aspiración vital.

Días en los que el deseo tiene frío en los pies y la eternidad se lava las manos, en que el silencio es dios supremo y un invento otra vida que no sea la tuya sola y dentro de ti.

Días que sin fortuna has buscado, que no tienen santo en el calendario, que tiemblan de ausencia tras la ventana como el viento que se dibuja en las hojas mecidas por los árboles.

Mejor así.

Si logras encontrar alguno de esos días a lo mejor te aguan la fiesta, incluso es posible que te envíen a un campo de trabajos forzados.

Nos hemos organizado como si el tiempo existiera. Y encima llueve.