Salmo I



abro las ventanas las puertas las piernas las manos los cajones de los papelitos

en la mirada jaulas contra el animal que no existe fuera de mi

lo abro todo para que huya todo lo que fui

cómo explicar que ojos adentro un pájaro se me escapa azul que prefiero tu delirio a mi deseo tu susurro a una manada de voces pero mi sueño al tuyo

es verdad no se me prometió el paraiso aunque la crueldad de los dioses es infinita: olvidaron mutilarnos la palabra para que aprendiéramos a decir que es verdad que el infierno existe pero en este mundo; no hay espíritu; todo es cuerpo; viceversa; y otras tonterías

ahora sé junto al árbol plantarme ser su compañero fiel es lo que mejor sé hacer sacar hojas resina frutos dibujar con mis ramas la sombra del viento ahora sé abonarme podarme posarme en mi ahorcarme de mi y convertirme por fin como tu en otra horca ambulante

he aprendido que el silencio calla cuando nombro lo que hace siglos que ya tiene nombre porque de lo contrario vadría la pena honrarlo

siguen flotando bajo mis pies huellas que jamás podré pisar caricias que vuelan justo un segundo antes de tocarte

son las palabras que sin decir digo las únicas que sabrán bien cuando y cómo traicionarme