Testículos para Obiang



Como dice mi abuelo, si en algunos paises, en vez de petróleo, hubiera melones, nadie les enviaría barcos de guerra como "visita de cortesía" o de "cooperación". Por ejemplo, si en Guinea Ecuatorial sólo hubiera melones, el dictador Teodoro Obiang dejaría de comerse los testículos de sus enemigos. Este tipo de nutrición la explicó recientmente Moto, que no es un vehículo a dos ruedas sino su opositor exiliado en España. Hace unas semanas, la fragata Canarias partió de la base de Rota junto al buque de aprovisionamiento Patiño con rumbo al pais africano sin que el gobierno informara a nadie (y menos en el Parlamento), sobre este viaje cortés. La prensa se enteró de lo acontecido sólo cuando llegó la orden al Canarias de regresar al puerto español. ¿Qué es lo que hacían dos buques de guerra en las costas de la antigua colonia española? ¿Es que necesitaba Obiang importar testículos y por eso, amistosamente, ordenó Trillo el "manda huevos"? ¿Hubo respuesta? No. Sólo silencio. El mismo silencio de siempre: el silencio Prestige, el silencio Yakolev, el silencio espiral, el silencio todos a calllar, el silencio Aznar.

La nueva noticia, mucho más grave, nos podría despejar algunas dudas sobre el objetivo de la misión de la marina española en Guinea Ecuatorial: España, Reino Unido y EEUU han estado alentando un golpe de Estado en Guinea, según las declaraciones del ministro del Interior zimbabuense, Kembo Mohadi, noticia publicada ayer por la tarde en las páginas web de medios de comunicación españoles. Esta anuncio de Kembo se produce precisamente después de que el pasado domingo las autoridades de Zimbabue se incautaran de un avión de carga matriculado en EEUU que, al parecer, transportaba "mercenarios y equipo militar", y que partió ilegalmente de Sudáfrica y se dirigía a Guinea con intención de dar un golpe de Estado. Por lo visto, uno de los detenidos finalmente ha cantado que "ellos (los mercenarios) fueron ayudados por el MI6 (el espionaje británico), la CIA (quién no la conoce) y los servicios secretos españoles". Tenemos, por tanto, que el tristemente famoso trio de las Azores, a pesar de continuar fatalmente involucrado hoy en la guerra de Iraq, sigue colaborando de forma secreta a espaldas de los ciudadanos (y con nuestro dinero) para favorecer, una y otra vez, a las compañías petroleras.

Repsol ha mantenido en los últimos años una estrecha colaboración con Obiang. Como, evidentemente, también colaboró Aznar, que no se avergonzaba entonces de negociar con este dictador africano y sólo dos años después se negaba a hacerlo con el que recientemente han sacado de Iraq, Sadam Hussein. Las especulaciones sobre el interés de Repsol YPF en los recursos petrolíferos de Guinea Ecuatorial se han venido incrementando en los último años, en donde ha tenido que hacerse sitio a codazos entre sus homólogas francesas y norteamericanas, ya que llegó tarde al expolio. Es curioso comprobar que, ni corta ni perezosa, la misma prensa francesa que hace sólo unos días entrevistaba a Aznar ha corrido a publicar hoy la noticia del golpe, nada más y nada menos que en su portada electrónica. ¿Qué clase de guerra secreta, qué banquete se está "celebrando" en las antiguas colonias entre las multinacionales del gas y del petróleo? En relación con estos hechos, es preciso recordar que Repsol es la compañía que "entró a precios de ganga en Argentina haciéndose con YPF; la misma que en Puertollano, el pasado 14 de agosto de 2003, fue responsable de un trágico accidente que costó la vida a trabajadores subcontratados que hacían sus labores en unas condiciones de inseguridad escandalosas, y que recientemente se negaba incluso a ceder a las modestas reivindicaciones que reclaman los sindicatos; la misma que no tiene reparo alguno en colaborar abiertamente en Guinea Ecuatorial con la dictadura de Obiang y las multinacionales estadounidenses y francesas que se dedican a extraer petróleo en ese país africano, haciendo oídos sordos a las denuncias de violaciones de derechos humanos provenientes no sólo de la oposición sino también de organismos como Amnistía Internacional".

Cada vez parece más evidente que la guerra de Iraq no ha sido más que la punta del iceberg de un nuevo escenario internacional en el que desgraciadamente es posible que el colonialismo vuelva a tener un protagonismo similar al que tuvo en el siglo XIX. Hace tan solo una semana comentaba cómo EEUU y Francia se habían lanzado ferozmente al control de Haití tras "la dimisión" de Aristide. Por nombrar un último ejemplo: hace unos meses Repsol fue también la empresa que desató la furia social en Bolivia a causa del Pacific LNG, el impopular plan de exportación del gas. Podemos aceptar, aunque sea por un momento, la máxima de que el gobierno del PP haya estado tratando de reubicar a España internacionalmente para impulsar el negocio de las empresas españolas, pero de inmediato aparece la sombra de muchas preguntas al respecto: ¿A cambio de qué? ¿A costa de qué? ¿En beneficio de qué intereses, qué empresas y qué cargos políticos? Y sobre todo: ¿Cuántas vidas y cuántos muertos más planea poner en juego la derechona española?