Poesía, blogs y resistencia



Cuando empecé a leer webblogs (mucho antes de que empezara a escribir el mío), me asombré de la cantidad de poesía publicada en Internet. Ya entonces pude comprobar que la poesía es uno de los géneros o, mejor dicho, uno de los modos de expresión más empleados en este tipo de páginas, y en todos los idiomas. Anualmente, las imprentas sacan a la luz miles de poemarios en soporte papel; sin embargo, en los círculos literarios, es muy común comentar que corren malos tiempos para la lírica. De acuerdo, ¿y cuándo no? Parece que lo más vivo de la poesía sea su crisis, y que quizá sobreviva por esta razón extrema. Es una explicación dudosa, por eso es más adecuado contemplar el panorama. Guardo en un saco unos cuantos argumentos para contradecir que actualmente la poesía atraviesa una crisis. Existen hechos que nos permiten imaginar nuevos tiempos, y no peores, para la poesía.

La historia reciente. Con el avance de la industrialización en todo el planeta a lo largo del siglo XIX, con la aparición de las nuevas tecnologías en el XX y, en consecuencia, el uso de nuevos soportes para la creación y el entretenimiento (cine, radio, televisión), algunos filósofos, escritores y críticos literarios se lanzaron a augurar la decadencia, si no el funeral, de la poesía como género literario, quizá no en su vertiente puramente estética, pero sí en la comunicativa, es decir, como herramienta de transmisión de mensajes útiles entre las personas y como instrumento para el conocimiento entre culturas. Gran error. Si bien es posible que el género haya perdido lectores en su hábitat natural, es decir, en el libro, hay que tener en cuenta, en cambio, que los recursos propios de la poesía como género literario sí que fueron utilizados, y en ocasiones hasta manoseados, con el objetivo de aumentar la audiencia de creaciones artísticas aplicadas a los nuevos soportes, lo que significa que ésta se diseminó a lo largo y ancho de las nuevas artes, pero también aumentó significativamente su presencia entre las viejas. Por ejemplo, la novela se hartó de explotar el lenguaje poético, mientras que el teatro (en su lucha por sobrevivir en competencia directa con el cine y la televisión), se esforzó y hasta se obsesionó en generar una escenografía propia que la distinguiese como arte autónomo y válido, de manera que se centró mucho más en explotar los recursos estilísticos, a través de la iluminación y el sonido, que en la renovación de los argumentos y los diálogos de la obra teatral. En mi opinión, el impacto de los nuevos soportes del siglo XX fue tal que hasta la propia poesía se encaprichó en ser más poética de lo que ya era por sí misma, y es posible que de ahí proceda parte de su incomprensión por el gran público, a causa de su derivación hacia una lenguaje más críptico, enigmático.

La presencia de la poesía en las artes. Tanto la canción-protesta como el rock'n'roll, o posteriormente el rap, tomaron de la poesía las rimas, el ritmo y sobre todo mensajes contundentes, eficaces, directos al corazón. En los ochenta, el videoclip absorbería, de la poesía, su lado más imaginativo, complementando las letras y el ritmo de las canciones con imágenes puramente visuales, en ocasiones en detrimento de la propia música. El espectador de videoclips no tiene que hacer mayor esfuerzo para imaginarse, por ejemplo, cómo un rostro humano se transforma en felino a cámara lenta, porque la televisión se lo muestra con todo lujo de detalles por mucho que una canción se lo sugiera. El cine no tiene ningún problema en simbolizar con una cuchilla de afeitar (y en tres planos fugaces), el fin del amor (algo que antes se hacía en una estrofa); el séptimo arte es capaz de alucinarnos al exhibir cómo transcurren miles de años en muy pocos segundos, que es lo que tarda en mutar, cinematográficamente, un hueso prehistórico en nave espacial. La programación radiofónica quizá haya sido el soporte más fiel a la palabra poética, ya que ha tenido que esforzarse por competir (como la propia poesía con sus géneros hermanos) con los otros medios de comunicación para provocar imágenes sugerentes, por lo que ha tenido que explotar al máximo todos los recursos retóricos y estilísticos. La televisión, especialmente los anuncios televisivos (y en general, toda la publicidad), se han nutrido, en gran medida, de recursos poéticos para, por ejemplo, lanzar eslóganes capaces de introducirse en el imaginario colectivo. Es el caso de: "La chispa de la vida"; "Se deshacen en tu boca, no en tu mano"; " ¡Cuando haces pop, ya no hay stop!"; "Lo bueno sale bien"; o "Donde va, triunfa". En cuanto a la pintura, ¿Gauguin habría pintado montañas rojas sin una visión poética del paisaje? ¿No leyó Toulouse-Lautrec a Rimbaud? Hasta la política se ha rebozado de poesía épica: "Operación Justicia Infinita", "Operación Dátil", "Operación Tormenta del Desierto", etc. El lenguaje cotidiano de los políticos está plagado de metáforas, mensajes con doble intencionalidad, comparaciones persuasivas... Es más: ¿Cómo es posible que la oratoria de los políticos haya llegado a mentir muchísimo mejor que la de los poetas? Si Platón levantara la cabeza... En fin, que la poesía está siendo utilizada incluso para la venta masiva de espacios publicitarios. ¿Qué hubiera sido del capitalismo sin la poesía?

Internet, blogs, poesía... ¿bloguesía? Cuando todo hacía imaginar que la poesía iba a permanecer sepultada en los libros, o bien dispersa y diseminada dentro de otras artes hasta casi su desaparición como género (pasando a ser una especie de ornamento prehistórico de la literatura), a finales del siglo XX surge Internet como medio de comunicación masiva, un soporte electrónico accesible técnicamente (aunque, reconozcamoslo, no tanto económicamente) que permite la interactividad, el intercambio continuado de datos. Los contenidos de esta red planetaria, global, y particularmente el novedoso fenómeno de los webblogs, han demostrado (como ya se intuía) que se escribe muchísima más poesía de la que se publica en los libros, en una relación mayor a lo que podría suceder, por ejemplo, con la novela, si bien no con el cuento breve, que es otro de los géneros más cultivados por los bloguers. En todo caso, hay que tener en cuenta que esas iniciativas poéticas no son consecuencia directa de la aparición de Internet, un soporte que sin duda ha colaborado pero no ha sido la que está propiciando este boom de poesía virtual.

¿Por qué la poesía está tomando posiciones? Una de las respuestas es evidente: no todo el mundo tiene dinero para publicar un poemario. En Internet no es tan caro: sólo se necesita pagar el acceso a la red. Dejando de lado las razones técnicas y económicas, me interesan más las cuestiones de fondo: ¿por qué la poesía parece estar tomando posiciones en el mundo actual? Se me ocurren varias explicaciones, aunque existe una de fondo que me interesa especialmente: la necesidad de las personas de intervenir en la sociedad ante el creciente totalitarismo en todos los Estados y gobiernos, que excusándose en exigencias de seguridad ciudadana y amenazas exteriores aprovechan para legitimar políticas que restringen libertades de las personas. La poesía reacciona contra esta situación. La guerra de bloques entre paises capitalistas y paises pseudocomunistas se ha transformado hoy en la guerra del terror entre Estados (que, bueno, los interesados denominan "guerra contra el terrorismo"), de forma que parece como si el tristemente famoso muro de Berlín se hubiera desplazado hasta Palestina. Ante esta realidad bélica latente, la poeta argentina Ketty Alejandrina Lis realiza, con visión panorámica, un interesante análisis de la situación de la poesía en el mundo actual, del cual extraigo las siguientes palabras:

«La palabra desprovista de contenido ni salva ni tan siquiera sirve de nada: Sin sentimientos tiene la vida efímera de una flor, sin acción es un odre vacío, sin ética es un insulto, sin ideas y al servicio de las ideologías, sean ellas las que fueren, se pone escandalosamente al servicio del panfleto.

¿Qué lugar, entonces, puede ocupar la Poesía en el mundo actual? El de resistencia, sin dudas. Resistir aunque nos lean unos pocos, resistir hasta convertirnos en célula primordial, si fuese necesario. Resistir aunque los demás no comprendan el por qué ni el para qué. Resistir para aferrarnos a lo poco de condición humana que aún nos queda.

Esta es nuestra obligación como poetas. Y nuestro derecho para no caminar junto a los parias del mundo. Porque, a pesar de todo, no queremos perder la esperanza -utopía más bien- de convertirnos alguna vez en ese espejo donde jamás se reflejen las mentiras de un mercado todopoderoso que atonta, donde jamás se refleje la crueldad infinita de creer en la necesidad de las guerras, donde jamás se refleje la estupidez de pensar que el dolor del otro no es nuestro dolor.

Para los que mandan, los poetas somos esos extraños seres que se empecinan en publicar libros con ese "producto indigerible" al que damos el nombre de poema, libros con los que nunca alcanzaremos riqueza ni poder, ese par de dioses a cuyo altar se someten. A ellos le es más provechoso masificar y manejar el mundo a través de las bebidas colas, los vaqueros de determinadas marcas o los mensajes "tranquilizantes" que prometen un mundo mejor a pesar de los cada vez más altos índices de desocupación, la educación cada vez más privada y costosa, los hospitales cada vez menos gratuitos y la seguridad cada vez más agujereada por la inseguridad.

Para los que mandan, los poetas somos seres casi marginales: No nos consideran un escollo para sus fines. Pues que lo sigan pensando. Algún día el todopoderoso mercado estallará porque su corazón y su cabeza están carcomidos por la podredumbre. Caerá como han caído otros imperios igualmente disolutos e, incluso, otras culturas cuando olvidaron que los absolutismos llevan el germen de la destrucción en sí mismos. Por desgracia, caerá luego de haber infectado gravemente el cuerpo social, después de haber causado todo el daño posible.

Y cuando esto suceda allí seguirá estando la Poesía, esa lámpara incorruptible, para decirnos lo mismo de siempre: Si te sabes mirar por dentro serás un individuo pero también una parte del todo; si hurgas en tu interior, aunque no existan las palabras que definan con exactitud ese oscuro laberinto, verás tu propia ciénaga y, al verla, tu soberbia se verá seriamente comprometida y te será posible acercarte al dolor de tu hermano; si quieres ser un ser humano no tienes más opción que asumir el sufrimiento pues no hay otro camino para, al menos, intentar suavizarlo. Si quieres emprender la maravillosa aventura de conocerte, ahí, en el mismo sitio donde ni la Filosofía ni la Psicología consiguieron demasiado, está la Poesía.»

¿Existe crisis en la poesía? Me parece que no. Como dijo la poeta Ketty Alejandrina Lis: poesía es resistencia.