Felicidades, Pablo



Sólo una mujer aprendió a empinarte a conciencia, con su codo de diosa y su boca mundial. Sólo una mujer te sorbió completo, te aflojó la estatua, te exploró la arritmia de los pies a la nuca. Esa mujer eran mil patrias en una. Contemplaste sus nalgas hasta llorar.