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sábado, 21. febrero 2004
Promesas Me cortaré una mano si me lo piden 100.000 personas. Me haré ginecólogo autodidacta si me lo piden 1.407 mujeres. Dejaré el blog si me lo piden 203 blogófobos. Jugaré a las canicas si me lo pide 1 niño. Jugaré a las cocinitas si me lo pide 1 niña. Escribiré un poema monárquico si me lo piden extraterrestres. Beberé vino sin que me lo pida nadie. Practicaré la abstinencia sexual si... Lo que habría que decir para hacerse uno publicidad. Ah..., y de esa abstinencia, olvídense.
Escrito por jose el 21 de febrero de 2004, 9:58:48 CET
jueves, 19. febrero 2004
Salmo I abro las ventanas las puertas las piernas las manos los cajones de los papelitos en la mirada jaulas contra el animal que no existe fuera de mi lo abro todo para que huya todo lo que fui cómo explicar que ojos adentro un pájaro se me escapa azul que prefiero tu delirio a mi deseo tu susurro a una manada de voces pero mi sueño al tuyo es verdad no se me prometió el paraiso aunque la crueldad de los dioses es infinita: olvidaron mutilarnos la palabra para que aprendiéramos a decir que es verdad que el infierno existe pero en este mundo; no hay espíritu; todo es cuerpo; viceversa; y otras tonterías ahora sé junto al árbol plantarme ser su compañero fiel es lo que mejor sé hacer sacar hojas resina frutos dibujar con mis ramas la sombra del viento ahora sé abonarme podarme posarme en mi ahorcarme de mi y convertirme por fin como tu en otra horca ambulante he aprendido que el silencio calla cuando nombro lo que hace siglos que ya tiene nombre porque de lo contrario vadría la pena honrarlo siguen flotando bajo mis pies huellas que jamás podré pisar caricias que vuelan justo un segundo antes de tocarte son las palabras que sin decir digo las únicas que sabrán bien cuando y cómo traicionarme
Escrito por jose el 19 de febrero de 2004, 23:52:30 CET
miércoles, 18. febrero 2004
Soluble Últimamente tengo mucho sueño. Antes de las once de la noche comienzo a desear la cama, con lo que a mi me gusta trasnochar. Siento que estoy cansado de muchas cosas, pero nada me cansa más que trabajar. Definitivamente, el que se inventó la frase "el trabajo dignifica", una de dos: o era tonto, o era rico. A primera hora de la mañana, suelo informarme de los ambiciosos y falsos planes de los políticos, de los cadáveres diarios, de los robos de los magnates y de los banqueros. Llego a indignarme, a veces con verdadera furia, por conflictos en los que cualquier intervención mía es inservible, invisible, completamente inútil. Muchas veces no me doy cuenta de que es más importante que vigile al constructor del edificio cuya fachada invade medio metro de acera pública, que denuncie a la empresa que constantemente corta el suministro de luz, que le dedique una sonrisa mínima al vecino del sexto, que me ría de absolutamente todo durante una hora al día como mínimo o, simplemente, que suba las persianas para que entre el sol de invierno por toda la casa. Quizá ni eso. Es una lástima que me entrene tanto en perder energías. En insultar al que no cede el paso en las rotondas. En llegar puntual a mi puesto de trabajo, no porque vaya a llegar después, sino para no llegar antes. En gritar dentro para callar fuera. Pasa media hora de las once y me pregunto si haber sobrevivido a las ganas de dormir habrá sido otra pérdida de energías; pero en parte me alegro porque también me pasa que no puedo acostarme sin dejar escrita alguna cosa, aunque sea algo que me interese solamente a mi, aunque sea otra pérdida, otro objeto más de esta oficina. Como decía Bretch, la humanidad tiene muchos problemas por resolver, aunque no insolubles. Así que me voy a beber un vaso de agua y, bueno, me disuelvo ya. Que falta me hace. Buenas noches.
Escrito por jose el 18 de febrero de 2004, 23:29:41 CET
Comunicado Queda claro para quien es el voto de E.T.A. en estas elecciones.
Escrito por jose el 18 de febrero de 2004, 15:17:25 CET
hUmANo 7.3 No es el amor lo que pensó que sería. Tampoco el odio. A pesar de todo, ensaya con sus labios besos que torpemente enrosca en las paredes. Y mata las hormigas que por las paredes trepan para beber sus restos de saliva hasta la comisura de su boca. No es el amor lo que pensó que sería. Tampoco el odio. Las máquinas le han triplicado la dosis. Todos los días lo abren. Todos los días lo perforan. Todos los días le sacan huesos, sangre. Siente como yo cosas que todavía no tienen nombre. Su deseo es una piedra, su fuerza un chip. Desde que les dimos a las máquinas el poder de fabricarnos, lo natural es la tecnología, lo innato una religión primitiva.
Escrito por jose el 18 de febrero de 2004, 9:14:19 CET
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