La hipocresía de Noé



Planean buitres de todo el mundo; buscan los mejores planos. Kilómetros de cadáveres conforman un refinado plato. El plató. En picado descienden, panorámica del hedor, para picotear los ojos podridos y servirlos en bandeja de cátodos ante todos los que seguimos vivos. Pero que no se diga: habrá contrapicado desde la fosa para resucitar finalmente en un plano celestial donde los satélites exhibirán las morbosas señales de humo. Noé vende su historia del maremoto de lágrimas, pero no reinvierte en su causa.