|
Otros viajes Tomó un vuelo hasta la ciudad más grande del mundo y se situó en su centro. Una vez allí, localizó el basurero más cercano y lanzó sus maletas, su documentación y su dinero. Conservó solamente su ropa. Hecho esto, empezó a correr por la primera bocacalle que vio y así estuvo corriendo durante casi una hora. Recorrió calles desconocidas, no recuerda cuántas, hasta que muerto de cansancio dio con una plaza pequeña e intrascendente. Deambuló con desagrado por ese barrio durante unos minutos y reenprendió la carrera. Repitió estas carreras un par de veces más -cada vez más cortas- y, cuando finalmente cayó rendido, decidió sentarse en la acera de una avenida muy concurrida. Se sintió libre y perdido. Una mujer se le quedó mirando y le arrojó una moneda. Sintió entonces con entusiasmo que, por fin, su nueva vida había comenzado. Escrito por jose el 11 de marzo de 2005, 7:59:39 CET |