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Hueco XII Sales del espejo para regresar desnudo a tus propios ojos, lograr que tu insomnio perdure un susurro más contra la inercia del mundo, las exigencias, las renuncias, la náusea universal, el Estado, el frío. Sales llorando de tus propios ojos para repostar sangre, celebrar que la caricia vuela en las yemas de tus dedos a favor de todos los pájaros del mundo, todos los besos, todas las palabras, el amor universal, el Sexo, el candor único. Heredas tu memoria entonces, verificas tus huesos y te reconoces, arañazo inútil. Entras en la noche, contemplas tu cama y reduces el esqueleto a sueño paciente, a lágrima ausente, a silencio sedante, a puro aliento, a espacio sin tiempo; abismo y sombra yaces, hormiga pisoteada. Recuérdalo, amigo: refugio imposible será siempre esperar que tus viejos muros caigan solos. Escrito por jose el 22 de marzo de 2005, 0:20:56 CET |