Trova



Con lo caro, sucio y perecedero que es el papel, cuesta entender que los poetas continúen utilizándolo como soporte primario de sus versos. Debe de ser que a los modernos goliardos les sigue atrayendo este mercado de la celulosa y todos sus complementos: las tapas duras, la voluptuosidad del códice, la unidad de sentido, la intelectual propiedad, la posteridad de la cuadernavía, bisuterías editoriales que empinan el ego y dilatan el inherente ombligo. Los blogs, de momento, se parecen más al manuscrito que al libro, se distancian sin esfuerzo del escriba profesional y reconquistan primitivas islas perdidas por los trovadores sin otra pretensión que la de lograr, diariamente, un subtitulado de la voz que el juglar intenta.