Trenes



Fierro negro que duerme fierro negro que gime por cada poro un grito de desconsolación. Las cenizas ardidas sobre la tierra triste los caldos en que el bronce derritió su dolor.

Aves de qué lejano pais desventurado graznaron en la noche dolorosa y sin fin.

Y el grito se me crispa como un nervio enroscado o como la cuerda rota de un violín, cada máquina tiene una pupila abierta para mirarme a mi, para mirarme a mi.

En las paredes vuelan las interrogaciones, florecen las bigornias en el alma de los bronces.

Y hay un temblor de lejos en los cuartos desiertos y en las paredes negras desesperadas corren y sollozan las almas de los obreros muertos.