No detengas el momento por las...



Como otras veces, he tomado una decisión, pero a la vez he decidido suspender su ejecución hasta que me encuentre totalmente convencido del sentido por el que la tomo, su utilidad o significado en la vida. A menudo sucede que la prórroga que me regalo rehuye la decisión y, después de anularla, lo que me cuesta distinguir es si dejé de tomarla por infundada, por inseguridad o por pusilánime. A veces, incluso, me persuado de que me cuesta distinguir las razones del aplazamiento para eludir las circunstancias de la decisión. Entonces acabo sintiéndome fatal y escribiendo cosas como ésta.