La infinita paciencia del laico



Para bien o para mal, el centro del mundo ya no lo ocupa Dios sino las multinacionales, por mucho que algunas comunidades religiosas intenten convencer de lo contrario a sus fieles e infieles. Hoy en día, la ley prohíbe la quema libros que antiguamente practicaban las religiones occidentales, pero, por contra, la ley no las penaliza cuando éstas pregonan sus propósitos de censura de productos culturales de cualquier tipo, como por ejemplo El Código Da Vinci. Y no las penaliza porque también es de ley que se respete su libertad de expresión, su derecho a expresar —y sólo expresar— su censura.

Se me preguntará, con razón: ¿por qué estás a favor del uso de la libertad de expresión de una película en la que se exhibe una imagen de Jesucristo diferente al dogma católico y en cambio reprochas el uso de la libertad de expresión que se ha hecho con las caricaturas de Mahoma? Pienso que la diferencia es evidente. En la película, que es una obra de ficción, el miembro de una comunidad religiosa se convierte en asesino al intentar que no trascienda una imagen distinta de la vida de Cristo; en cambio, en las viñetas, conectadas a la realidad, a la actualidad diaria, se expone una ridiculización que denigra al profeta, divinidad que —lo entendamos o no— lo es Todo para millones de humanos. Ojo, no estoy diciendo que el cine sea arte y que las caricaturas no lo sean; digo que en un caso se trata de ficción y en la otra de realidad. Además, según lo que he leído en la prensa, en la película no se llama asesino al Opus, sino que existe un personaje en este colectivo que asesina; en la viñeta, en cambio, directamente se le llama terrorista al profeta.

«El Opus Dei ha hecho un llamamiento a la productora Sony Columbia para que elimine del filme las escenas que puedan 'herir a los católicos'». Y la productora, que desea rentabilizar la polémica, ha respondido con la creación de una página web para debatir el asunto. Efecto boomerang, pues... Dice el Opus, no queremos que se hable de esto en la película, y contesta Sony, pues vamos a abrir un foro para discutirlo. Ja! Buena jugada de la multinacional, que tiene de su parte, además de la libertad de expresión, el libre comercio, el capital y la globalización toda.

Lo que pasa es que, en el fondo, lo que se cuece no es un problema de libertad de expresión o de libertad religiosa, sino de tolerancia. Imaginemos por un momento que todos los agnósticos y ateos fuéramos, en nuestra laicidad, tan radicales como lo son algunas personas religiosas, sobre todo los jerarcas, tanto los musulmanes como los cristianos, y no comprendiéramos ni permitiéramos que, por ejemplo, una católica estuviera en contra del aborto y la obligáramos a abortar con muy fundadas razones. Esto sería una guerra constante. Pero no es así. Espero que a los laicos nunca se nos acabe la paciencia y que sigamos haciendo el valioso sacrificio de intentar comprender a los religiosos, porque ellos siguen dando muestras de que también se esfuerzan, pero en no comprender nada.