Entre lo civilizado y lo primitivo



Lamento que Rosa Montero se una a los que piensan que vivimos ahora un conflicto entre lo civilizado y lo primitivo —como si en algún momento, en cualquier sociedad, ese conflicto se hubiera superado. Hablar de lo civilizado y lo primitivo es un poco hablar del sexo de los ángeles. ¿No son primitivos los espectáculos taurinos? ¿O ya se han civilizado? ¿Están civilizados los que van a 200 km/h por la autopista? ¿Estaba Aznar civilizado? No le discuto a Rosa Montero el reaccionarismo paleto de algunos políticos, ni tampoco la intransigencia fascista de ayuntamientos, obispados y juntas ante el espectáculo satírico de Bassi. Lo que echo de menos es una reflexión menos ligera de lo que ha supuesto la propagación de las caricaturas de Mahoma que Montero menciona en su artículo, unas caricaturas que han funcionado a la perfección en los medios de comunicación como una verdadera arma de destrucción masiva de la inteligencia, consiguiendo: poner en pie de guerra al islamismo más fanático y redoblar la violencia en Oriente Medio, restaurar en occidente la propaganda del concepto católico —y religioso en general— de blasfemia y de sacrilegio y, lo peor de todo, lo que más complace al Vaticano, a los neocon europeos y a los halcones de Washington: radicalizar y enfrentar posiciones dentro del laicismo y de la izquierda, esta vez en torno a la santidad de la libertad de expresión. Una jugada perfecta, ¿no? No es, por tanto, un conflicto entre lo civilizado y lo primitivo, que es propio de cualquier sociedad de ahora o de antes, de Occidente o de Oriente. Tampoco un zapateril conflicto entre civilizaciones. A mi entender, se trata de una ofensiva global del capitalismo, orquestada desde los medios de desinformación masiva, que en favor de los intereses de sus amos necesitan poner a prueba derechos adquiridos de los ciudadanos. ¿Cómo no iba a aprovechar el catolicismo o el islamismo una situación tan favorable a sus maniqueísmos? ¿Cómo no iban a aprovechar los políticos polémicas tan favorables a sus maniqueísmos? Es más: ¿cómo no iban a aprovechar algunos artistas unas trifulcas tan rentables?