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Por qué cuando ando me piso los talones Es extraño. En el mismo instante en que me despierto percibo ante mí que yo mismo en persona ya me he levantado, que me estoy vistiendo, que mis piernas se están poniendo los pantalones mientras mis pies hace horas que se han calzado y, poco después, justo en el mismo momento en que pongo a calentar el café oigo que mi boca ya está gritando un adiós desde dentro del ascensor. Me miro el reloj, pero no está adelantado. Al salir de casa me sorprende sobremanera que al encontrarme con el vecino mi mano salude casi un minuto antes de que yo me ponga a levantar la mano y al cruzar la calle compruebo que mi cuerpo la ha cruzado por lo menos treinta segundos antes de que yo lo ordene, lo que significa que en la milésima de tiempo en que el semáforo se pone en verde mi cuerpo hace rato que ya está andando y doblando una esquina a lo lejos con indiferencia de sapo. En el mismo instante en que llego a mi puesto de trabajo descubro perplejo que ya había encendido el ordenador mucho antes de haber llegado, y al sentarme en mi silla casi no quepo y me siento terriblemente incómodo, hasta que por fin me doy cuenta de que ya estaba sentado. La verdad es que empiezo a estar un poco asustado, pero no sé, noto que tengo miedo justo después de ya haberme aterrado. Con todo, después de haber padecido una mañana tan anormal y extraña, no entiendo por qué al encender el ordenador e iniciar el trabajo las cosas continúen tal y como las había dejado, no comprendo cómo las tareas no estén finalizadas una hora antes de que yo ya las hubiera empezado. Parece, pues, que de repente todo recupera su ritmo, porque no me sobresalto cuando el jefe me asigna un proyecto que tres horas después todavía no he iniciado. Conste aquí que le he contado esta historia, pero que no ha colado. Escrito por jose el 12 de noviembre de 2003, 21:09:30 CET |