Ich bin den letzen Mensch



¿Qué puedo saber? ¿Qué puedo hacer? ¿Y qué puedo esperar? Los intereses de la razón pierden legitimidad, no por ilegítimos, sino porque se muestran inútiles para la supervivencia del ser humano. Kant no sabía que se convertiría en una marioneta a la que todo el mundo le ha metido mano, en un títere movido por los hilos de lo factible, en un muñeco de goma al que, sin embargo, siglos después, señores como Adorno y Habermas habrían de cambiarle los pañales y tirar por fin a la basura los excrementos de los idealistas y espiritualistas hegelianos. La identidad [de Auschwitz] reposa en la no identidad, en lo aún no acontecido, que lo acontecido anuncia. Decir que siempre ha sucedido lo mismo es falso en su inmediatez, mas verdadero considerado a través de la dinámica de la totalidad. Quien se sustrae a la evidencia del crecimiento del espanto no sólo cae en la fría contemplación, sino que además se le escapa, junto con la diferencia específica de lo más reciente respecto a lo acaecido anteriormente, la verdadera identidad del todo, del terror sin fin. [Minima moralia, §149 (según la trad. cast. cit., p. 237)]. ¿Qué diferencias existen entre Auschwitz y Guantánamo, entre Polonia y Palestina? Deberíamos aclarar cuanto antes qué es una víctima, qué es un verdugo y, después, decir quiénes son. Nada más urgente.