Los imparables



No soy imparable ni escritor, ni sé qué oscura identidad padezco. A algunos les parecerá esto algo totalmente intolerable, pero de momento sobrevivo. Al ultimo poema le puse fecha; hace hoy exactamente un año, tres semanas y un día que no escribo en mi lengua madre, que no es ésta. Es el catalán que, seamos claros, agoniza (a mi pesar) fuera de las fronteras de Cataluña, es decir, donde yo vivo. Conste en acta. No soy imparable ni escritor, ni sé qué oscura identidad padezco... Con algún premio solemne, y con un par de libros publicados, la familia, los amigos, la gente empieza a llamarte poeta y, si te descuidas, comienzas a tener tanta fe en ti mismo que un día te levantas por la mañana y descubres que te has convertido en un profesional de la escritura, es decir, en un escritor. ¡Qué estupidez! Si la religión es el opio del pueblo, valeriana en vena es la fe para cualquier persona. Por tanto, las profesiones, que no los oficios, me parecen detestables. ¿Qué excremento es ése de ser un profesional? Dejemos ese adjetivo para los sacerdotes y los trabajadores lameculos. En fin, que ni soy imparable ni soy escritor, ni sé qué oscura identidad padezco, pero si fuera escritor imparable lo primero que haría, seguramente, es dejar de serlo.