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¿Se ha perdido (la) democracia? (II) Leo que en España los policías volverán a ser jueces y que el gobierno podrá encarcelar a otros políticos por llevar a cabo acciones políticas. Una legislación injusta en los procedimientos de creación de normas y el uso de las mayorías absolutas sin limitación alguna en el Parlamento son los ingredientes perfectos para devolvernos a todos la desconfianza en la existencia real de la democracia en el Estado español. El abuso del código penal como arma de coacción masiva cuyo fin es destruir cualquier tipo de disidencia está solamente a un paso de la pura omisión del mismo para que el partido en el poder actúe con toda arbitrariedad. El 14 de julio de 1933, el gobierno alemán dictaba una ley que proscribía a los partidos en Alemania: el partido nazi pasaba a ser el único partido legal en Alemania. Cierto que el ejemplo actualmente suena como una hipérbole con trompetilla, pero no está de más, en estas circunstancias, ser consciente del peligro que implica el hábito de transformar las ideas y creencias, de mayorías o de minorías, en norma y ley de un Estado. Hace unos días nos enorgullecíamos de nuestra Constitución, de nuestros 25 años de democracia y convivencia en paz, y es verdad que no es para menos teniendo en cuenta los 40 años de dictadura y oscuridad que atravesó España tras la guerra del 36. Muchos ciudadanos observamos que determinados fantasmas que creíamos superados aparecen de nuevo en el horizonte para debilitar y aniquilar libertades reconocidas en la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano. Para algunos quizá sea una simple anécdota, más o menos desagradable, el intento, por parte del gobierno del Estado, de convertir en ley que un policía pueda retirar, a su juicio y arbitrio, un carnet de conducir, pero para mí no lo es en absoluto: se trata de una vulneración en toda regla de derechos fundamentales del ciudadano, como son la presunción de inocencia y el derecho a un juicio justo, entre otros. Lo que no es ni por asomo un simple desliz es la pretensión de convertir la consulta a la ciudadanía, es decir, el derecho al referéndum, en un delito. Este tipo de actuaciones sólo tiene un nombre: fascismo. El gobierno español debiera anotar en su mein kampf particular una frase de su admirado Manuel Azaña: La libertad no hace felices a los hombres, los hace sencillamente hombres. Y esta otra de Oscar Wilde: Una sociedad se embrutece más con el empleo habitual de los castigos que con la repetición de los delitos. Aunque dudo seriamente que los actores de estos despropósitos hayan leído alguna vez a Manuel Azaña y Oscar Wilde. Quizá es que al final no se avergüenzan cuando les gritan: "esto nos pasa por tener un gobierno facha". Escrito por jose el 12 de diciembre de 2003, 10:14:41 CET |