Izquierda



Gaspar Llamazares ha sido reelegido al frente Izquierda Unida con un amplio respaldo. Me alegro. No solamente porque vaya a ser el candidato de IU para los comicios de marzo; también porque ha iniciado un proceso de modernización dentro de este partido de partidos de izquierda y, con su equipo, ha sido capaz, si no más, de devolver a los desencantados cierta confianza en el cambio social. De hecho, la única izquierda (!) que ahora no está unida en España es la del Partido Socialista Obrero Español, que cada vez es menos socialista (que lo fue), menos obrero (que lo fue) y, a mi juicio, más español (y por inercia). No caigamos tampoco en el exceso: en cierto modo, tan posibilista ha sido hasta la fecha la oposición del PSOE como la de IU: los primeros porque han temido y temen pasarse de esa ralla mental que los parte ideológicamente en dos mitades, supurando ese miedo sagrado a la pérdida votos; los segundos porque no se han planteado con seriedad el hecho de llegar al gobierno. Hace tiempo que los socialistas abandonaron la ideología como instrumento de realización colectiva (que no personal), como herramienta de acción política, y se dedican a manosearla cuando les hace falta. No ha sucedido lo mismo en Izquierda Unida, quien sí ha utilizado, con mejores o peores resultados, los anteojos de la ideología para contemplar y juzgar la realidad social, si bien no hay que olvidar que hablar es gratis... Porque si no se actúa, si la teoría no se lleva a la práctica, al filósofo le puede salir muy caro. Tengo la sensación de que muchos trabajadores tienen esperanzas en que el renovado equipo de IU deje de ser únicamente un excelente columnista crítico de los sucesivos gobiernos españoles para pasar también a ser, él mismo, una verdadera opción de gobierno. Y eso hay que demostrarlo.