Epístola a los Utópicos



Si es tu deseo, si ves en la renuncia la única salida, si se te cae el mundo, puedes abandonar para siempre la búsqueda de aquello que tanto quieres y nunca encuentras; puedes resignarte, desistir, abdicar por el simple hecho de que es muy probable que nunca lo encuentres, pero la asunción de la ausencia no significa, para nada, en absoluto, jamás, que todo esté perdido. Todavía más importante es que te acuerdes, aunque sólo sea de vez en cuando, de todo aquello que, durante mucho tiempo, con tenacidad, has estado buscando; porque solamente desde la voluntad del olvido la pérdida es definitiva, invisible cualquier rastro, y aniquilada una parte interrogante, epidérmica, imprescindible y propia de ti. No olvides estas palabras, no suprimas el horizonte, no vacíes tus huecos; no sea que un día o una noche cualquiera aparezca por casualidad todo aquello que tanto buscabas y, despistado, pases de largo, de puntillas, de perfil, o por encima. O peor todavía: que lo pongas ante un pelotón de fusilamiento.