Ilusión



En ilusión, pocas cosas son comparables a la tarde de los viernes. Quizá la esperanza de un beso, el nacimiento de un hijo, una pieza musical. La tarde de los viernes es una ilusión que casi nunca defrauda, aunque se temple el éxtasis por el paso del tiempo, aunque la puerta de la escuela sea la de una fábrica, aunque el fin de semana no sea una eternidad sino dos días solamente, aunque yo ya no sea un niño sino una herramienta en stand-by hasta el próximo lunes. Y a pesar de todo, pocas cosas, muy pocas son comparables a la tarde de los viernes.