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Vicioso, vicioso... Hacía tiempo que no me decían que soy un vicioso. Y es verdad: soy un vicioso, y de los peores, de los reincidentes convulsos, de los epiléticos sicalípticos, de los onanistas más siniestros. Hasta el paroxismo. Soy un vicioso de esos que no atienden a razones, de los que piensan que las purísimas virtudes son un excremento al servicio del capitalismo: mejor cinco que dos masturbaciones, mejor diez que dos copas de vino, y eso si el vicio da de sí, si se tolera a sí mismo y si el cuerpo aguanta. Me levanto por la mañana pensando en el vicio, en dar vicio, en ser un vicioso total: bebedor, comedor, follador, usurpador, poeta capullo, y en fin, qué les voy a contar, un vicioso como otro cualquiera. Vicioso, vicioso... Cuando me llaman vicioso me siento a veces halagado: eso es que alguien tiene envidia de mis vicios... Desde luego, hay que joderse...., para qué esa envidia de mis vicios, ¡pero si yo los contagio de buena fe! Escrito por jose el 4 de marzo de 2004, 23:58:45 CET |