Pensar y creer



A veces, al expresarnos, intercambiamos términos como si fueran sinónimos y, por ejemplo, decimos "creo" donde queremos decir "pienso", y viceversa. Es un error grave identificar pensar y creer, pensamiento y creencia, razón y fe. Cuando digo "pienso", quiero expresar que dispongo de fundamentos, de fórmulas, de hipótesis, de teorías y de argumentos basados en la razón para explicar un asunto determinado; cuando digo "creo", quiero expresar que dispongo de conjeturas, de especulaciones, de intuiciones y de dogmas basados en la fe para explicar un asunto determinado.

No es lo mismo decir "pienso que te vas a caer de la silla", que decir "creo que te vas a caer de la silla". En el primer caso tengo un indicio (la silla es vieja) para decirlo (un indicio que podría derivar en equivocación); en el segundo caso tengo una intuición (la silla es amarilla) para decirlo (una intuición que podría derivar en deseo). Muchas veces utilizamos indistintamente el "pienso que" y el "creo que" para hablar de acontecimientos que, desde la fe, no tienen explicación posible y, todavía menos, una solución.

Creo que era una aclaración prescindible para muchas personas (tengo la intuición), pero pienso que era imprescindible para este blog (tengo los indicios).