El Menos Allá



Cuando me aburro y hago el vago a conciencia (una forma como otra de contrastar el grado personal de felicidad), le doy vueltas y más vueltas a frases célebres hasta marearlas. Hasta marearme. Hay oraciones muy reversibles y aparentemente racionales que, sin embargo, al perder el contexto a causa de su popularidad, me parecen profundamente religiosas, espirituales, como sería el caso de yo no pienso, luego no existo. Wittgenstein nos hubiera susurrado que "si yo no ceso de pensar, no ceso de existir". ¿Qué determina, entonces, que yo no ya no sea y, sin embargo, siga estando sin ser? ¿Qué clase de niebla nace, qué mano es la que lanza piedritas a mi ventana, qué sueño de quién me sustituye cuando, sin pedir permiso y sin pasaporte, se me arranca la ropa y la piel en un nuevo hotel bajo tierra para ser devorado por insectos tan poco cordiales? Cuando el verbo respirar deja de representar una acción prácticamente innata para convertirse en una convicción absolutamente optativa, ¿qué define mi [no] existencia? ¿qué me cesa repentinamente sin que yo lo reclame? Y sobre todo: ¿quién estará ahora tomándose un café en mi lugar, quien estará besando por mi, quién dirá por mi las palabras que yo diría en esos mismos instantes? En definitiva... Como un hueco, ¿en qué silla me dejé sentado?