Caídas



"En Oriente había sido proclamado emperador el hijo mayor de Teodosio, Arcadio, mientras que Honorio, aún un niño, quedaba como emperador romano de Occidente bajo la tutela de Estilicón, el cual había sido nombrado por Teodosio jefe de los ejércitos para las dos partes del imperio. Desde el 395 hasta la caída de Estilicón, en el 408, se producen dos acontecimientos especialmente relevantes. El primero se refiere a la instalación de facto en el Ilírico de un Estado bárbaro a cuyo frente estaba Alarico y a la imposibilidad de evitar las oleadas germánicas que, durante estos años, saquearon las Galias, el norte de Africa, Hispania e Italia, obligando al emperador a elegir como nueva capital Rávena, más fácil de defender que Milán. El segundo acontecimiento se refiere a las tensiones surgidas entre Estilicón y los consejeros de Arcadio, Rufino y, a la muerte de éste, el eunuco Eutropio. Las hostilidades entre éstos marcaron la ruptura de relaciones entre los emperadores, llegando incluso a temerse una guerra entre ambos imperios. Los distintos pueblos bárbaros fueron utilizados por uno u otro emperador con el fin de debilitar a la parte contraria, como hizo Arcadio con el príncipe bereber Gildón, que sublevó el Magreb contra Honorio. Éste lo hizo a su vez con Alarico a fin de sustraer el Ilírico oriental a Arcadio. La fisura entre ambos Imperios (difícilmente se puede hablar ya de un único imperio) era un hecho irreversible. En esta situación, los estados bárbaros surgidos dentro del Imperio se consolidaban y ampliaban sus demandas sin cesar. Alarico, que no obtuvo de Honorio las tierras, dignidades e indemnizaciones que pretendía, no dudó en dirigir su ejército contra Roma, a la que sitió por primera vez en el 408. La situación de pánico supuso la vuelta a los antiguos dioses...

Prácticamente todos los estudiosos coinciden en señalar tres causas esenciales que propiciaron la ruina del imperio occidental: las invasiones de los pueblos bárbaros, los problemas internos -la latente y enorme burocracia, el aplastante sistema fiscal y, especialmente, el régimen de patronato en los grandes dominios (y la influencia eclesiástica, que actuó más como factor de disensión interna a través de sus constantes divisiones que como elemento aglutinante). Al contrario que la religión romana tradicional, profundamente sincrética y mucho más flexible, la Iglesia Católica actuó con la misma intransigencia frente al paganismo que frente a las sectas surgidas en su seno. De estas tres causas sólo la primera supuso en Oriente un elemento menos peligroso y más fácilmente controlable, mientras que las restantes actuaron de forma muy semejante en las dos partes del Imperio. Así, al margen de otras peculiaridades de carácter secundario, el factor clave que condujo a la desaparición del Imperio en Occidente, fue el de las oleadas de pueblos invasores."

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