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Terrorismo y Estado "Todos los grupúsculos terroristas secretos están organizados y dirigidos según una jerarquía clandestina incluso para los militantes de la clandestinidad, jerarquía que respeta perfectamente la división del trabajo y de funciones propias de la actual organización social: arriba se decide, abajo se ejecuta. La ideología y la disciplina militar preservan a la cúspide de todo riesgo, y a la base de cualquier sospecha. Cada servicio secreto puede inventarse una sigla "revolucionaria" y ejecutar cierto número de atentados, bien difundidos por la prensa, a los que se asignará hábilmente un pequeño grupo de militantes ingenuos, a los que dirigirá con la máxima desenvoltura. En el caso de un grupúsculo terrorista aparecido espontáneamente, no hay nada más fácil, para los servicios secretos del estado, que infiltrarse en él, gracias a los medios de que disponen y a la extrema libertad de maniobra de la que disfrutan, destacarse entre la cúspide inicial, y sustituirles, ayudados sea por detenciones selectivas realizadas en el momento adecuado, o por la ejecución de los jefes originales, lo que ocurre en general en un enfrentamiento armado con las "fuerzas del orden", avisadas oportunamente por sus elementos infiltrados. (...) El terrorismo y "el estado de urgencia" permanentes, un estado de urgencia y de "vigilancia", he aquí los únicos problemas, o al menos los únicos a los que está permitido e incluso vivamente recomendado consagrarse. Todo lo demás no existe, y debe ser olvidado, por lo menos debe ser callado, guardado, reprimido en el inconsciente social, ante la gravedad de la cuestión del "orden público". Y, ante la obligación universal de defenderlo, todos están invitados a la delación, a la cobardía, al miedo: la cobardía se convierte, por primera vez en la historia, en una cualidad sublime, el miedo está siempre justificado, el único "valor" no despreciable es el valor de aprobar y sostener todas las mentiras, todos los abusos y todas las infamias del Estado. Como la crisis actual no exceptúa a ningún país del planeta, la paz, la guerra, la libertad y la verdad no tienen ya ninguna frontera geográfica: su frontera atraviesa igualmente a todos los países, y todos los Estados se arma y declaran la guerra a la verdad. (...) Todos los estados han sido siempre terroristas, pero lo han sido más violentamente en su nacimiento y en la inminencia de su muerte. Y los que hoy, bien sea por desesperación, bien sea porque son víctimas de la propaganda que el régimen hace del terrorismo como nec plus ultra de la subversión, contemplan con una admiración acrítica el terrorismo artificial entrenándose incluso a veces para practicarlo, ignoran que hacen la competencia al Estado en su propio terreno; e ignoran no sólo que ahí el Estado es más fuerte, sino también que tendrá siempre la última palabra. Todo lo que no abate el espectáculo lo refuerza; y el reforzamiento inaudito de todos los poderes estatistas de control, desarrollados estos últimos años bajo el pretexto del terrorismo espectacular, es utilizado ya contra todo el movimiento proletario italiano, hoy el más avanzado y el más radical de Europa." Fuente: Gianfranco Sanginetti, «Del terrorismo e dello Stato. La teoría e la practica del terrorismo per la prima volta divulgate», 1ª edición, Milán, abril, 1979. Escrito por jose el 23 de abril de 2004, 1:27:54 CEST |