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Celda Con la edad, los ojos acaban prisioneros de su propia mirada. Nos miramos más porque ya no nos vemos. Los espejos no sólo son legítimos instrumentos de la vanidad. Son herramientas del corazón, imprescindibles para reconocernos entre las rejas. Escrito por jose el 29 de abril de 2004, 8:08:25 CEST |