Levitando



Hoy en día, los hay que se llaman Ramón y se cambian el nombre por el de Lola. Hace unos 800 años nació un portugués que se llamaba Fernando y se lo cambió por el de Antonio, pero eso fue al ingresar en una orden, la de los Frailes Menores. Y como, además de morirse en Arcella (Pádua), hizo otras cosas sublimes y místicas, Gregorio IX lo quiso canonizar. Paradójicamente, San Antonio de Padua, cuyos padres pertenecían a la nobleza lusa, fue santificado y Roma le otorgó el cargo celestial de patrón de los pobres... Como si los pobres no tuvieran ya bastantes patrones. Uno más no se nota. Me llamó la atención descubrir que también se invoca su intercesión para la recuperación de objetos perdidos. No hay ninguna explicación satisfactoria sobre el motivo por el que un sacerdote franciscano pudo convertirse en el jefe de una oficina celestial de objetos perdidos, pero he leído que es muy posible que esa devoción esté relacionada con un suceso que se relata entre los milagros, en la "Chronica XXIV Generalium" (No. 21): "un novicio huyó del convento y se llevó un valioso salterio que utilizaba San Antonio; el santo oró para que fuese recuperado su libro y, al instante, el novicio fugitivo se vio ante una aparición terrible y amenazante que lo obligó a regresar al convento y devolver el libro". Me pregunto qué contenidos tendría ese salterio "perdido".