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Ludd Hace meses, demasiados ya, que contemplo una procesión de máquinas, adquiridas por un individuo que no soy yo; máquinas y máquinas que quisieran imitar al arco iris, la velocidad del rayo, la ergonomía de los sueños; máquinas que desfilan monstruosas ante mis ojos, relucientes, desafiantes, mientras mi cuerpo y mi mente no pueden sino seguir trabajando sin otra usura que su propia resignación. Mi gran pérdida es la pérdida de autonomía y de control sobre mi propia actividad a favor del capital. No mi capital. Ellas no han ocupado mi puesto, todavía no, pero a diario veo cómo acechan, cómo emboscan, cómo maquinan planes invisibles más allá de mi esqueleto. De momento, ya cobran más que yo. Escrito por jose el 16 de julio de 2004, 9:46:46 CEST |