Fahrenheit 9/11



Que estoy en contra de Bush, yo ya lo sabía. Que, con la tragedia del 11 de septiembre, comenzó uno de los negocios de armas y petróleo más grandes, lucrativos y sanguinarios de la historia de la humanidad, también lo sabía. Que se aprovechó el inicio de la "guerra contra el terrorismo" para recortar libertades y poner en marcha la estrategia del miedo entre la población, también, también. No me han faltado ganas para ir esta tarde al cine (no sé si decir misa) a ver la última película de Michael Moore: Fahrenheit 9/11, pero me esperaba otra cosa. No diré que me ha decepcionado: funcionará perfectamente como propaganda electoral a favor del Partido Demócrata (aunque pienso que, en parte, polarizando, también a favor del Partido Republicano). En todo caso, si al final la cinta sirve para que la extrema derecha abandone la Casa Blanca, bienvenida sea. Vale. Ahora bien: como hizo en "Bowling for Columbine", esperaba que Moore también hubiera descendido algunos peldaños más de esa escalera del infierno que es el negocio multinacional del petróleo y las armas, aportando más hechos, nueva documentación y datos concretos. Moore no aporta casi nada que no pudiera ser consultado públicamente, hace más de un año, en algunas páginas de Internet. Su mérito está, desde luego, en llevar toda esa información al cine, a un medio de comunicación de masas que Internet todavía no ha llegado a ser. Sin embargo, me he quedado con las ganas de contemplar y entender mejor cómo todo ese material de investigación se ampliaba y se tramaba en el documental.