Bálsamo



Llegaron al Mediterráneo las primeras lluvias de septiembre, el mes del año que a mi más me gusta, aunque truene, aunque llueva. Adoro septiembre y sus charcos. Septiembre nos pone a remojo, nos mete en la lavadora, nos centrifuga y nos cuelga con pinzas de un hilo hasta la próxima tormenta. Limpia bochornos, bronceados y partículas en suspensión, también las que se nos escaparon del cerebro durante las pegajosas siestas de agosto. Pocas cosas de la vida son para mí tan importantes como salir a la calle una mañana de septiembre y sentir la brisa fresca que nos ha regalado la lluvia de la noche y el aroma de la tierra mojada.