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Kreuzung El tiempo de las rosas y el tiempo de la sangre transcurren en una misma piel, y no es un error de base, una casualidad, un cálculo de probabilidades, que tu y yo nos hallemos vivos y perdidos en este mismo instante, en esta esquina del universo. Para juntar nuestras horas resultó imprescindible remontar el río hacia la tierra prometida que definitivamente no existe, dar una tregua a los huracanes y a las tormentas que nos enseñaron a cantar y a llorar por el bien de la humanidad. Para juntar nuestras horas fue necesario el último canto del gallo, el único capaz de despertar los nuevos sueños y ofrecernos el descubrimiento de que lo mejor de la vida está por venir. Para juntar nuestras horas tuvimos que nacer. El tiempo de las rosas y el tiempo de la sangre son como las huellas de mis dedos y las huellas de tus dedos; solamente se cruzan una sola vez de una sola forma. Con su caricia irrepetible hemos construido el infinito. Escrito por jose el 15 de septiembre de 2004, 1:38:43 CEST |