Todavía es joven



Todavía es joven. Y cree que es feliz quemándose las encías con la admiración de un crepúsculo insólito que, evidentemente, nunca antes ha admirado nadie; imagina que podría ser el último y se vierte, corazón y saliva, para escribir versos largos y góticos como una catedral a favor de todas las causas perdidas y justas. Olvida fácil, después del vómito, su trago de pensamiento ventrílocuo, la sinceridad gastada en sacudir el cielo, el amor lanzado como una jabalina, las metáforas que no cambian el mundo y que, de vez en cuando, ni siquiera lo mejoran. Sonríe extenuado a las piedras del camino y observa, indulgente, la cola, epiléptica todavía, de una lagartija muerta. Vuelve a casa. Bebe un vaso de leche y se echa a dormir.