Método



No vale la pena, ni la alegría, que pierdas o ganes el tiempo golpeando la puerta del cielo. Golpe o canción, siempre será un tiempo derrochado. Llegará ese día en que reconocerás que basta solamente con escoger un bosque y tumbarse boca arriba para contemplar cada una de las ventanas que a ese mismo cielo abren las ramas de los árboles. Quizá comprendas entonces, allí tumbado, que lo más importante no es la postura que hayas empleado para hallar las nubes, que las ventanas del cielo son eternamente un pretexto y que tu deseo de búsqueda no era precisamente un elemento decorativo.