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Desierto Me preguntan ¡a mí! qué hay dentro. ¡Dentro! Dentro no hay nada. Pero dentro está el caballo salvaje que bebe en el río y recibe, de repente, un lazo en el cuello. ¡Dentro no hay nada! Pero está la herida de la estatua del niño, que sangra cuando recuerda que decidió, con permiso del planeta, no dejar de crecer. Dentro no hay nada. Pero está siempre el bozal del deseo, la violencia de la fortuna, la succión tenaz, elegiendo piel, ataúd y qué delirio. Dentro no hay nada. Pero está la felicidad terca, fingiendo espejismos contra sus propios oasis. Dentro no hay nada. Pero está el desierto, perfecto y letal como la palabra ausencia, que se atrever a mentir, a diario, que dentro no hay nada. Después llega el animal, un tren por ejemplo, la gente baja, se cierra la herida de la estatua del niño y el mundo existe otra vez. Fuera. Escrito por jose el 21 de octubre de 2004, 1:44:48 CEST |