Volviendo...



Ando por aquí desde hace unos días sin muchas ganas de decir nada. La verdad es que pasé muy buenas vacaciones, aprendiendo cosillas de aquí y de allá, pero el último de mis días de descanso alguien decidió darle un volantazo al timón y todavía me estoy recuperando. No os preocupéis. Pasará. Al menos, ahora ya me salen algunas palabras.




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31



Son casi las diez. Acabo de nacer hace exactamente 31 años. Aprovecho el natalicio para despedirme hasta septiembre. Este verano tengo que plantar sandías. Un abrazo.




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Ludd



Hace meses, demasiados ya, que contemplo una procesión de máquinas, adquiridas por un individuo que no soy yo; máquinas y máquinas que quisieran imitar al arco iris, la velocidad del rayo, la ergonomía de los sueños; máquinas que desfilan monstruosas ante mis ojos, relucientes, desafiantes, mientras mi cuerpo y mi mente no pueden sino seguir trabajando sin otra usura que su propia resignación. Mi gran pérdida es la pérdida de autonomía y de control sobre mi propia actividad a favor del capital. No mi capital. Ellas no han ocupado mi puesto, todavía no, pero a diario veo cómo acechan, cómo emboscan, cómo maquinan planes invisibles más allá de mi esqueleto. De momento, ya cobran más que yo.




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Juguetes



Parece tonto, pero de repente acabas de hacer el gran descubrimiento de tu vida: que todos los cálculos fallan. Siempre. Que los objetivos no se cumplen. Ni uno. Que, como mucho, te los hacen cumplir. Que los sueños que te pediste, ya se los pidieron otros, muchísimo antes que tu. Que los cromos que cambiabas con los niños del colegio, también el de Maradona, seguramente se habrán reciclado en papel higíenico o en cuaderno de caligrafía. Confirmas que todas las ilusiones se diluyen, una a una, sin compasión de nadie ni de nada, se apagan como velitas de cumpleaños. Que todo lo que un día creiste que era vital, imprescindible, parte de ti, recibe hoy una importancia igual a cero. Tampoco te entristece. Si acaso, te atrapa un sentimiento de ausencia, de caída al vacío, el mismo que tuviste cuando te prohibieron subir, una vez más, en la noria. A veces la vida se parece a ese saco donde guardaste los juguetes; un día como hoy, te acuerdas del sitio en el que lo metiste, vas a buscarlo para dárselo a tus hijos y compruebas que ya no está. Desapareció. Como consolación, vas al aseo a mirarte en el espejo.




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Pasaje hacia Deutschland



A veces basta con un par de cervezas para darse uno cuenta de lo secuestrado que está. Se sufre el síndrome de Estocolmo, pero ojos adentro, ojos aspirados, ojos a punto de precipitarse por nuestra garganta por efecto simple de la gravedad. Fuera, haces una panorámica y contemplas bocas gritando "España, España" o "Grecia, Grecia" (no importa) ante un televisor ahorcado en la pared de un bar, o te quedas pasmado, idiota, ante la tecla "enter", o se te aparece en sueños la puerta eterna de la fábrica como una llamada divina, con luz cenital, angelitos y todo, como si fuera el paso a (la) otra vida. Dentro..., dentro no hay mucho ya. Esto y poco más. En fin, un rapto. Al corazón le entran ganas de llamar al ascensor, subir hasta el hotel de una neurona más o menos comprensiva y llamar a la puerta. Toc toc. Un poco de diversión, por favor. ¿Cuánto es? Un amigo solía decirme que andamos todos "atrapados", que somos, de hecho, unos "atrapados". Por A o por B, por X o por Y, siempre somos ese puntito perdido en el centro de unas coordenadas cartesianas que alguien construyó por casualidad. En argentino diríase que estamos cogidos, y en freudiano que estamos alienados. Da igual. El juego de dados no tiene fin. La cuestión es que llegan los calores del verano, que también ayudan a reconocer lo cogido y lo jodido que uno va por la vida en ciertos aspectos (también en los inciertos), y dan ganas de escapar de A y de B, de X y de Y, aunque sea por la tangente, aunque sea en una parábola intrépida, o en una elipse a bote pronto. Todo esto, cómo me enrollo, para deciros, amigos, que me voy un par de semanas fuera, fuera de mí y fuera de estas tierras. Que me fugo. Pronto volveremos a no vernos. Nos leemos... :-)




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