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2005 Cuidado con la fecha. Por un error así hay gente que casi mata. Cuidado con la fecha. Tigre del tiempo, descuartiza sus presas de un sólo zarpazo. Cuidado con la fecha. Un despiste hundiría la economía global, convertiría en rutina los choques de trenes y el periodista no puede permitirse estos lujos. Cuidado con la fecha. Una errata imprescindible para la vida podría sacar al planeta de su órbita.
Escrito por jose el 3 de enero de 2005, 8:52:16 CET
César Ha perdido la oportunidad de saber quién aspira a ser su mejor asesino. Peor todavía: ha ganado la victoria de conocerlo a fondo en la tumba. Registrará paises y armarios. Sin fortuna buscará su rostro en todos los espejos rotos, contra todas las luces su sombra. Perseguirá hasta el hedor la sangre presunta en otra ciudad devastada. Sólo una palabra más, casi un disparo, cerrará por fin el círculo del que juega con fuego y se acaba quemando.
Escrito por jose el 17 de noviembre de 2004, 18:42:28 CET
Idiotas En la edad de piedra los idiotas morían. El tiempo que no tendré me inquieta antes de perderlo. Como si ya me faltara. Me intranquilizan, de lejos, las palabras que pronto ya no diré. Palabras desposeídas, enajenadas. El miedo debe de ser algo así. Un mercado de futuros, una expectativa del propietario. Una escapatoria, una evacuación, una deposición, una excreción. Una mierda, en definitiva. El miedo se parece a los prestamistas: se adelanta a la carencia, anticipa las faltas, exhibe el porvenir en un escaparate de respuestas antes de que se formulen las preguntas. Como quien sube al tren sin maleta, se mira el ombligo, feliz, seducido, pura expectativa, creyendo que a todo destino le corresponderá siempre un viaje efímero y, despues, un camino de regreso: todo en un pack por el mismo precio... Qué mentira. Toda prevención es fracaso cuando auxilia en la huída y no colabora en desafiar el presente. Toda cautela un autoengaño. Prostitución. ¿Necesitaré los cuchillos? Ya no. De momento, me quedan cuatro palabras mal dichas. Repetitivas, previsibles, insulsas, farragosas, sin gracia. Sufrid, propietarios. Rezad, rezad, cabrones... Los idiotas hemos aprendido a teclear. Es irremediable.
Escrito por jose el 16 de noviembre de 2004, 1:54:46 CET
Melinda y Melinda «Limitemos nuestro amor a los moteles cercanos» Es la frase con la que me quedé viendo la última de Woody Allen. A mi me encantó. Me pareció una de sus mejores películas. Javi le dedica un interesante post, y nos descubre lo que él llama, no sin razón, «trampa»: escribe que, para la tragedia, Allen escoge una Melinda sujeto y, para la comedia, una Melinda objeto. Y la verdad es que Will Ferrell parece ser el verdadero Melindo, el sujeto de la comedia. Pero no es algo que fastidie la película. Pienso que contribuye al contraste entre la tragedia y la comedia.
Escrito por jose el 15 de noviembre de 2004, 9:32:11 CET
La mano La mano. Una mano. Tu mano. La prodigiosa, la intrigante, la inconmovible mano. De carne y de arterias, de sombra y de asombro, de llantos y de nervios, de adioses y de esperas. La mano dionisíaca, la mano amanecida, la mano delirante, la misteriosa mano; la acechante, la erizada, la desnuda, la irrepetible mano. Tu mano. La mano con su espasmo, con su sangre y con su espanto, con su aire y su caricia. Con su roce de insomnio, con su hambre esponjosa, con su cruce de sueños, con su luz fundadora, con sus pájaros tiernos se levanta, me despierta, se amalgama y se posa. Es la mano. Una mano. Tu mano. La expectante mano. La íntima idílica, la orgiástica, la helénica mano. Tu mano. La mano que toca, y toca mi mano. La mano que escucha, que habla y que vuela, la voladora mano, la mano en la nuca, en las ingles, los labios, las palabras, los días, el corazón en la mano. Una alegría, un cataclismo, un abrazo de mano y, al vuelo, la mano que duele y, tocando, me besa y me mira. La mano. Una mano. Tu mano.
Escrito por jose el 4 de noviembre de 2004, 11:34:33 CET
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