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Esclavos del miedo (I) El abuso de la memoria y de la prevención provoca miedo. Sentimos miedo en relación con algún hecho desagradable que experimentamos en el pasado o se nos previene sobre un peligro del futuro, desconocido, extraño y lejano, lo que nos transmite la idea que genera el miedo, pero no el miedo en sí. "Si uno mira lo que es, el hecho, y no la idea, verá que lo que está dando origen al miedo es tan sólo la idea, el concepto de futuro, del mañana. No es el hecho lo que da origen al miedo", escribió el filósofo indio Jiddu Krishnamurti (Saanen, 22 de julio de 1965). En un tiempo como el que vivimos, en el que la palabra "terrorismo"en boca de según quien "aterroriza" tanto o más que el propio terrorista, comienza a ser imprescindible recordar y volver a estudiar a fondo a todos los filósofos y científicos que dedicaron sus obras a saber cuál es el origen del miedo y los virus que lo transmiten de generación en generación. Existe el miedo. El miedo jamás está en el ahora; está en el antes o después del presente activo. Cuando hay miedo en el presente activo, ¿es eso miedo? Está ahí y no hay modo de escapar de él, no hay evasión posible. Ahí, en ese momento real, hay atención total al instante del peligro físico o psicológico. Cuando hay atención completa, no hay miedo. Pero el hecho presente de inatención engendra miedo; el miedo surge cuando eludimos el hecho, cuando escapamos de él; entonces, el escape mismo es el miedo (fragmento del Diario de Krishnamurti, París, septiembre de 1961). Por tanto, el miedo es siempre evasivo, tanto para el que lo provoca como para el que lo elude. Solía decir Krishnamurti que nos hemos acostumbrado tanto al miedo que se ha convertido en un hábito y es así como hemos perdido conciencia de sus efectos. Cuando decimos "tengo hambre", ¿es el recuerdo de haber tenido hambre ayer el que me dicta eso, o es el hecho real de que tengo hambre ahora? Dado que nos hemos acostumbrado a comer a mediodía, aunque no tengamos hambre, comeremos a mediodía porque tememos tener hambre más tarde. Incluso es de esta forma como llegamos a confundir el deseo con lo innecesario, lo que implica un escape, una huída: el deseo de no tener miedo, de no afrontar, de no tomar decisiones, de no enfrentarnos cara a cara con el hecho en sí. El ejemplo del hambre es simple, casi mecánico, pero imaginemos por unos instantes los miedos que sin fortuna encierra la expresión "guerra preventiva". El deseo de escapar del miedo engendra constantemente más miedo. Cuando estoy atemorizado quiero escapar del temor, de modo que lo que siempre hago es tratar de identificarme, esto es, de unirme con él. Un círculo vicioso. Palabras como Dios, comunismo, liberalismo, cielo, libertad, infierno, dictadura, familia, amor, democracia ejercen una gran influencia sobre nosotros. Somos esclavos de ellas y una mente esclava de las palabras jamás estará libre del miedo. Krishnamurti escribió la mente está atenta sin la barrera de las palabras, sin interpretación, justificación ni condena. Una mente así es luz para sí misma, está libre de miedo. El miedo, como la culpa, una forma civilizada del miedo desde que fue profanada a la religión, son usadas como presión moral (Krishnamurti incluye la ansiedad, la esperanza y la desesperación como otras formas de miedo). De hecho, los padres pulsan automáticamente estos dos botones para que sus hijos tengan una conducta "correcta" (la de los padres). Los profesores utilizan el miedo para poder controlar a los alumnos, y los propios ciudadanos eligen cada cierto tiempo a sus gobernantes para que los avisen, los prevengan, los protejan, los controlen y, en definitiva, los asusten. De forma que el miedo se ha vuelto en una necesidad para controlar a los seres humanos. Krishnamurti se preguntaba hace décadas cómo es posible que hayan pasado tantos siglos hasta que el ser humano ha podido por fin darse una educación completa en literatura, matemáticas, geografía, idiomas, etc, pero que, en cambio, no haya sido capaz en ese tiempo de enseñar en la aulas cómo se extingue el miedo, de explicar a los estudiantes que existen caminos para liberarse del miedo, lo que significa comprender los problemas de la vida: opinión pública, la autoridad, las leyes, el sexo, la muerte, la democracia... Nos negamos a cometer errores. Somos conservadores y nos pasamos el día patrullando como policías cada paso en falso de nuestro prójimo, Conservar es retener, guardar. Deseamos permanecer siendo respetables, aunque no seamos respetados, y queremos hacer lo correcto, lo apropiado, lo cual, en el fondo, es una señal de miedo. "El miedo corrompe, y para estar libres de él tenemos que comprender cómo la mente genera miedo. No existe una cosa como el miedo, excepto lo que la mente crea como tal. La mente desea amparo, la mente desea seguridad, la mente tiene diversas formas de ambición autoprotectora; y en tanto que todo eso exista, ustedes tendrán miedo. Es muy importante que comprendan la ambición, que comprendan la autoridad; ambas implican destrucción", dijo Jiddu Krishnamurti (Escuela de Rajghat, 5 de enero de 1954). Y tu, ¿de qué tienes miedo?
Escrito por jose el 11 de diciembre de 2003, 1:54:24 CET
Instintos Si aceptamos por un momento que existen los bajos instintos, ¿cuáles serían los altos?
Escrito por jose el 5 de diciembre de 2003, 8:21:19 CET
Otros mandamientos Acabo de nacer. Es urgente. No puedo perder más tiempo. Solicito inmediata ubicación y pista de aterrizaje. Necesito cuanto antes resolver los siguientes conflictos: Primero: que me han dicho que existo. Segundo: que me han dicho que pienso. Tercero: que me han dicho que imagino. Cuarto: que me han dicho que sé usar lo que pienso y lo que imagino. Quinto: que me han dicho que creo. Sexto: que me han dicho que hablo y escribo: nombro. Séptimo: que a mi prójimo le han dicho exactamente lo mismo. Octavo: que me han dicho que deseo. Noveno: que me han dicho que muero. Décimo: ¿Por qué?
Escrito por jose el 30 de noviembre de 2003, 3:47:30 CET
Ich bin den letzen Mensch ¿Qué puedo saber? ¿Qué puedo hacer? ¿Y qué puedo esperar? Los intereses de la razón pierden legitimidad, no por ilegítimos, sino porque se muestran inútiles para la supervivencia del ser humano. Kant no sabía que se convertiría en una marioneta a la que todo el mundo le ha metido mano, en un títere movido por los hilos de lo factible, en un muñeco de goma al que, sin embargo, siglos después, señores como Adorno y Habermas habrían de cambiarle los pañales y tirar por fin a la basura los excrementos de los idealistas y espiritualistas hegelianos. La identidad [de Auschwitz] reposa en la no identidad, en lo aún no acontecido, que lo acontecido anuncia. Decir que siempre ha sucedido lo mismo es falso en su inmediatez, mas verdadero considerado a través de la dinámica de la totalidad. Quien se sustrae a la evidencia del crecimiento del espanto no sólo cae en la fría contemplación, sino que además se le escapa, junto con la diferencia específica de lo más reciente respecto a lo acaecido anteriormente, la verdadera identidad del todo, del terror sin fin. [Minima moralia, §149 (según la trad. cast. cit., p. 237)]. ¿Qué diferencias existen entre Auschwitz y Guantánamo, entre Polonia y Palestina? Deberíamos aclarar cuanto antes qué es una víctima, qué es un verdugo y, después, decir quiénes son. Nada más urgente.
Escrito por jose el 28 de noviembre de 2003, 9:08:29 CET
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