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Hibernación El ordenador necesita hibernar por unos días y, para qué nos vamos a engañar, también yo lo necesito con urgencia, sobre todo mi espalda. Así que voy a tomarme unas vacaciones ¿merecidas? (:-) para descansar. Volveré. Que lo paseis bien.
Escrito por jose el 24 de diciembre de 2003, 9:17:27 CET
Mi amigo Samuel y la filosofía del autoengaño Jose: ¿Y por qué quieres cortar con ella, Samuel? Samuel: Porque no son sus lágrimas lo que golpea en la ventana de mi casa; son gotas de lluvia. Porque no es su cuerpo lo que me da calor en las noches de invierno; es la estufa de gas. Porque no es su piel lo que mis manos acarician; es el lomo del gato. Porque no es su nombre lo que grito desde el salón; es el gol del Barcelona. Porque no son sus besos lo que busca mi boca; es la cena. Porque no es la soledad la que entra en casa cuando ella no está; es la ausencia. Porque no es su amor lo que me queda; es el olvido. J: ¿Seguro, Samuel? No me lo creo ni en verso. ¿Quieres que te diga yo por qué quieres cortar con ella ahora? S: Vale... Adelante. J: Porque no eres tu el hombre con el que ella se acuesta. Es el vecino.
Escrito por jose el 26 de noviembre de 2003, 20:33:32 CET
Búsqueda legítima II Tras la niebla de la víspera, hoy veo con mayor claridad lo que, en verdad, ayer estaba buscando, algo que, afortunadamente, no hallé, pero que me sirvió, en parte, para reflexionar más a fondo sobre el asunto. Un paseo, dos copas de vino, una buena película y dormir como un tronco durante unas horas ayuda mucho. Y me doy cuenta de que mi desconsuelo, la desesperanza, mi falta de ánimos, la tristeza, la idiotez suprema, la parálisis emocional, no procede del hecho de no poder hallar, por ninguna parte, un lugar, un dulce rinconcito sin humanos, sino un mundo sin policías. Un planeta sin policías. No me refiero a esa gente más o menos respetable, trabajadora y a sueldo del Estado, que se viste de uniforme y se pasea por las calles con el objetivo de garantizar la seguridad de los ciudadanos (que también, que los hay que..., bueno..., como en todo). Me refiero a la otra mitad de la especie humana, e incluso, a veces (conste en acta) a la propia mitad de mí mismo..., para ser ecuánime. Me dirán paranoico, da igual, pero desde hace tiempo y va en aumento, tengo la sensación de que nos entrenan para ser policías, además de jueces, claro. La cincuentona con la bolsa de la compra, que no conozco de nada, y que al pasar me mira de arriba a abajo, como buscándome el fallo, el error, la arruga, la mancha, como un perro domado para detectar la coca; el compañero de trabajo, que me vigila por la espalda para saber en qué empleo el tiempo, en qué lo desperdicio, en què no, y cuáles son las tuercas que he dejado de enroscar; el vecino del quinto, que en el ascensor me habla correcto, pero me mira con gran desconfianza, sin que todavía sepa yo por qué extraña razón se comporta de ese modo; los compañeros del equipo en el que juego, que un día sin ton ni son se ponen a gritarme como locos, como si hubiera cometido un crimen, por un partido que simplemente jugué sin concentración, me salió mal y que, sin embargo, acabamos ganando; la presentadora de televisión agrediendo verbalmente a un invitado; el locutor de las telenoticias, manipulando la imagen de Arafat; ese amigo mío que creía que era mi amigo y que, en realidad, lo único que le divierte es juzgarme en cada conversación. ¡Policías! Somos policías. Policías patrullando de la mañana a la noche. Y lo que es peor: nos entrenamos unos a otros para seguir siéndolo. Siempre estamos criticando, valorando, juzgando, vigilando, espiando, censurando, controlando, acechando, reprendiendo, reprobando, inquiririendo, indagando, murmurando, despellejando. Hay días, como el de ayer, en los que se me olvida coger los escudos, ponermela coraza, enfundarme el chaleco antibalas y hasta la mascarilla de oxígeno. Es así como, por unas horas, el mundo se me hace irrespirable y acabo pensando que todo, incluido yo, es inhumano.
Escrito por jose el 23 de noviembre de 2003, 11:02:01 CET
Búsqueda legítima Hoy busco un lugar sin humanos. Qué le voy a hacer, a veces tengo días así, inevitables, hacia dentro, días en que esos seres me dan miedo, claro que a sabiendas de que soy uno de ellos o, al menos, pertenezco a la especie, un hecho científico que, por descontado, no me consuela. Digo, pues, porque me apetece decirlo, y si no rebiento, que hoy tengo un día inhumano. No cruel, ni poco comunicativo, ni insolidario, solamente inhumano. Me apetece ver a poca gente, por no decir a nadie. Con soportarme a mi, este caminar erguido, este educado uso del tenedor, este mirarme al espejo sin verme, esta constante ansia de algo que ni siquiera sé qué es, y que imagino que en verdad no es nada, todo esto es mucho más que suficiente para sobrevivirme durante unas cuantas horas hasta que simplemente me pase y lo supere. Me da igual que alguien, o nadie, opine este idiota siempre está triste, desde luego, qué repelente, ¿acaso eso importa? Hoy busco un lugar sin humanos. Siempre hay alguno allá donde voy y donde no voy. Hay humanos por todas partes. Qué locura. Qué inhumano. Somos una plaga.
Escrito por jose el 22 de noviembre de 2003, 19:48:57 CET
Los viernes E: Bla bla bla bla blá bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla blá bla bla bla bla bla bla blá bla bla bla bla bla bla bla blá bla bla bla bla bla bla bla blá bla entonces..., ¿aún-se-lo-has-hecho? Bla bla bla... bla bla bla bla bla... bla bla bla bla bla bla bla bla blá... J: ¿Qué qué? ¿Qué decías del sexo? [Fragmento del diálogo del hoy viernes a la hora de comer con el habitual sueño y cansancio en el cuerpo al finalizar la siempre agotadora semana laboral. ¿Adivinan quién es el hombre en esta conversación?]
Escrito por jose el 14 de noviembre de 2003, 18:50:38 CET
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