viernes, 10. febrero 2006

Precintos



Acabo de leer que que la Guardia Civil pide que se cierre un bar en el que coincidieron el ciudadano Otegi y el ciudadano Permach.

«La Guardia Civil reconoce en este informe que no saben el contenido de la reunión celebrada en ese local pero le piden que precinte el mismo para evitar que pueda ser utilizado de nuevo para reuniones de una formación política ilegalizada.

A la vista de este informe, el magistrado ha celebrado hoy una vistilla con los propietarios del establecimiento y el administrador, lo que permite entrever, según fuentes jurídicas, que la próxima resolución acordará el precinto del local».

Alerta y sirena para los garitos, pues: cuidadín con que entren en tu bar dos personas que formaron parte de un partido ilegalizado, porque te chapan el bar. Ese es el mensaje administrativo. Y no señor, no hay derecho, porque si ahora hay zonas para fumadores, debería haberlas para reuniones sospechosas... Ya me veo los cartelitos en las puertas: «Reservamos mesas para reuniones secretas. Hasta 6 personas». De todas maneras, en los locales pueden poner todos los precintos que les dé la gana. A veces los ponen hasta en la boca. Los pondrían también en los cerebros, pero de momento la ley no les deja. Tiempo al tiempo.




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Libertad de presión 2



La libertad de expresión es, para algunos, otra religión. Un extracto:

Así que reivindico mi derecho a cagarme en Dios, en todos los dioses, y si alguien se ofende, que le vayan dando. Reivindico la ofensa de pensamiento y palabra (no de obra) como parte fundamental de la libertad de expresión, y como sano ejercicio democrático. Reivindico mi derecho a que nadie me diga o me imponga lo que hacer o pensar. Y reivindico también esa vieja frase de Durruti, lamentablemente olvidada: la única iglesia que ilumina, es la que arde. [Leer]

Yo pienso que usar cualquier dios como váter no es muy higiénico. Este hombre tendría problemas con el ministerio de Sanidad.




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martes, 7. febrero 2006

La libertad de presión



Dice Rajoy que la libertad de expresión es el "pilar de Occidente", en relación con la libérrima publicación de unas caricaturas que, la verdad, no tienen ni puta gracia. Si se trata de humor, ¿a quién hace reir Mahoma en tan denigrantes circunstancias? ¿A Bush? Yo pensaba que, para el PP, el pilar de Occidente era el cristianismo. Pero no... Es la libertad de expresión. Vale pues... Aceptaremos pulpo como animal de compañía. Porque la cuestión es echar leña al fuego. Me gustaría ver lo que dicen estos acérrimos defensores de la libertad así entendida si se publicara una imagen de la Pilarica en bragas (con perdón, sólo es un ejemplo) o aparecieran unas "graciosas", "libres" y "expresivas" pintadas en la fachada de la catedral de Santiago de Compostela. Viva la libertad de expresión. Ya oigo los rugidos de Acebes... Otra cosa sería debatir sobre el fanatismo religioso, que lo hay y siempre lo habrá —incluso entre los laicos—, pero más importante sería ver cómo las extremas derechas, tanto las occidentales como las de Oriente Medio, están interesadísimas en avivar ese fuego.




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domingo, 5. febrero 2006

Sin dramas



El amor de verdad es como el alcohol. Cuando lo dejas, al final lo echas de menos.




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lunes, 30. enero 2006

Si lo sé no lo dejo



La ley antitabaco podría estar perjudicando todavía más (y en algunos casos muchísimo más), la salud de los que no fuman. Me explicaré. Cuando no estaba prohibido fumar en determinadas zonas de la empresa, pongamos por caso la fábrica, la nave "abierta" donde se desarrolla la producción y se diluyen los humos, los obreros (llamados hoy en día "operarios") se podían hacer un cigarrillo de vez en cuando. Uno cada hora, por ejemplo. Ahora ya no, lo que significa que ahora el obrero, o sale a la calle a fumárselo (con el frío que hace), o se va a la sala habilitada, el fumadero, o bien decide, contra su voluntad, fumarse encima, por miedo a que la escapadilla tenga consecuencias en la producción. ¿Qué sucede entonces? Que cuando el obrero sale, a mediodía, a comer al bar de la esquina probablemente acabe fumando el doble de lo que antes fumaba, que es el caso. Vengo de comer en un bar del polígono industrial donde trabajo y la niebla era inmensa. Casi no distinguía los caretos de los que se sentaban tres mesas más allá. Había estado comiendo en ese bar antes y no había tanto humo. Ni la mitad. Ahora ponte tu a buscar un bar sin humo en el polígono industrial donde trabajo, una bar donde NO esté prohibido fumar... No existe. No hay. Total, que servidor, que ya no fumo, que lo dejé hace años, vuelvo ahora a fumar gracias a la ley antitabaco. Y lo que más jode, en mi caso, es fumarse el cigarro del otro y no el mío. La ley antitabaco podría perjudicar seriamente la salud.




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