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viernes, 16. julio 2004
Ludd Hace meses, demasiados ya, que contemplo una procesión de máquinas, adquiridas por un individuo que no soy yo; máquinas y máquinas que quisieran imitar al arco iris, la velocidad del rayo, la ergonomía de los sueños; máquinas que desfilan monstruosas ante mis ojos, relucientes, desafiantes, mientras mi cuerpo y mi mente no pueden sino seguir trabajando sin otra usura que su propia resignación. Mi gran pérdida es la pérdida de autonomía y de control sobre mi propia actividad a favor del capital. No mi capital. Ellas no han ocupado mi puesto, todavía no, pero a diario veo cómo acechan, cómo emboscan, cómo maquinan planes invisibles más allá de mi esqueleto. De momento, ya cobran más que yo.
Escrito por jose el 16 de julio de 2004, 9:46:46 CEST
jueves, 15. julio 2004
«Las haciendas nos robaba» Con el paso de los siglos, la dificultad que entraña reconocer la originalidad de un sujeto o de un objeto, cede paso a las invenciones, a símbolos y leyendas de todo tipo que, finalmente, quedan arraigadas en la memoria de los pueblos; muchas de ellas, incluso, son materia prima de primera calidad para nuevas creaciones artísticas. El paso del tiempo nos enseña que esos símbolos y leyendas, que muchas veces guardan todavía un fino amarre a la realidad y la historia, deberían ser respetados por todo tipo de poderes, políticos o económicos. Pero, ya lo sabemos, no es así. En España, el genocidio cultural, patrimonial y ecológico perpetrado por la industria inmobiliaria, en colaboración con el poder político, no cesa. Hace unas semanas, dejaba constancia aquí de la demolición, en Parral (Chile), de una de las casas de Pablo Neruda (del que el otro día celebrábamos el centenario de su nacimiento); ahora, en España, le ha tocado el turno a Lope de Vega. Una de las casas (original o simbólica) en las que vivió, ubicada en Alba de Tormes (Salamanca), también ha sido derribada, con el beneplácito del ayuntamiento, para la construcción en su lugar de un edificio de varias plantas. Ante la impotencia que siento por esta afrenta sólo puedo decir, por el honor de Lope: ¡Muerte al comendador! Oh, engaño de los hombres… ¡Oh, engaño de los hombres, vida breve, loca ambición al aire vago asida!, pues el que más se acerca a la partida, más confiado de quedar se atreve. ¡Oh, flor al hielo!, ¡oh, rama al viento leve lejos del tronco!, si en llamarte vida tú misma estás diciendo que eres ida, ¿qué vanidad tu pensamiento mueve? Dos partes tu mortal sujeto encierra: una que se derriba al bajo suelo, y otra que de la tierra te destierra; tú juzga de las dos el mejor celo: si el cuerpo quiere ser tierra en la Tierra, el alma quiere ser cielo en el Cielo. (Lope de Vega)
Escrito por jose el 15 de julio de 2004, 10:15:25 CEST
miércoles, 14. julio 2004
Propaganda Cuando Fukuyama habló del 'Fin de la Historia' se refería (seguramente sin saberlo) al "Fin del Periodismo". Los medios de comunicación han sido los responsables de marcar casi todas las horas en el reloj de los acontecimientos de los últimos siglos y, por tanto, han sido decisivos, en buena medida, en la escritura de esa Historia con mayúsculas que se relata después en las enciclopedias. Escribía el otro día Jaime sobre la objetividad, en referencia al lamento de Arcadi Espada por su inexistencia: "Problemas de que la objetividad no exista. De que los hechos no puedan narrarse con independencia de las creencias... Hasta que los hechos explotan llevándose por los aires narrador y creencias", decía. Incidía Jaime, en cambio, en la necesidad de reconocernos subjetivos y, con toda lógica, alegaba: "yo prefiero que la objetividad no sea más que un mito. No podemos asumir otro punto de vista que el nuestro, y el nuestro, por definición, será subjetivo. Despreciar la subjetividad es despreciar nuestros puntos de vista, nuestras creencias, nuestras opiniones. Despreciar, en definitiva, lo que somos". Estoy de acuerdo, en la teoría. Antes de pasar la práctica, una teoría más. Tres días después, el profesor Espada citaba un interesante escrito de Leszek Kolakowski, aparecido en la Letras Libres de julio: "Como se supone que el conocimiento histórico consiste en la descripción de hechos, de cosas que realmente ocurrieron, la idea de que no haya hechos en su sentido normal, supone que las interpretaciones no dependen de los hechos, sino al contrario: los hechos son producto de las interpretaciones". Puede plantearse el estudio, desde las Ciencias de la Información, de esta tesis y entrar a fondo en la disección de los acontecimientos que se han producido en España en los últimos meses: atentado del 11-M, elecciones, comisiones. Hechos, teorías, interpretaciones. Objetividad, subjetividad. Paso a la práctica. A mi entender, en España, actualmente, no podemos hablar de periodismo objetivo. Menos todavía podemos hablar del subjetivo. De hecho, no podemos hablar de periodismo, salvo excepciones. Tenemos que hablar de propaganda. Pura propaganda. Puta propaganda. Veo, por ejemplo, a Joseph Goebbels relamiéndose de gusto en su propia tumba al leer el titular de portada de hoy en El Mundo: "Carod y Otegi impulsaron una estrategia para que el 13-M hubiera la «mayor anormalidad posible»". ¡Pero qué malos son, eh! Un lector que pretenda profundizar en los hechos encontrará una llamada telefónica y poco más. En cambio, la explosión del mensaje se produce en plan "los enemigos de España conspiraron para que tras los atentados el dolor fuera más fuerte". Claro que Pedro J. usa la palabra "anormalidad", que retumba más, decorando la "información" con su editorial titulado: "Una estrategia indecente de Carod, que su socio trata de ocultar". El lector de El Mundo habrá olvidado, en unos días, la bomba informativa (insultos, acusaciones, cóleras, rectificaciones...), pero la repetición, el machacado, la perforación anal reiterada del personal va a convencer a más de un lector de El Mundo de lo malos-malísimos que son Carod y Otegi. Propaganda. Persecución. El talante de la prensa. El terror, en bandeja, cada día en su quiosco, por sólo un euro.
Escrito por jose el 14 de julio de 2004, 10:40:29 CEST
martes, 13. julio 2004
Playa Alguien tiene el valor de repartir gratis los bronceados a pesar de las palmeras y los apartamentos. La sombra de agua que abandona tu sonrisa se seca al sol de esta playa donde garantizamos el turismo del país. Antes de convertirnos en mandíbula de calavera, conversamos, sin mucho afán, de la necesidad de gritar al resto de esqueletos de que no bastará la lluvia sino un orgasmo mortal de Dios para apaciguar la máquina de los sueños. Es inútil y cansado. Demasiado pedir para dos como nosotros, dos niños como nosotros quiero decir, dos faros perdidos digo, dos hogueras de sal bajo el iceberg que edificamos por el bien de la humanidad; demasiado horizonte, también, para besarnos una sola vez desde esta orilla donde somos diferentes. Nadie nos arrebatará, al menos, este instante de gloria absoluta, el dolor de recorrer la velocidad del perfume a pescado del puerto, la huída perversa hacia el fondo de la tarde, exactamente detrás de los sauces en la niebla. Dicen que el amor ocupa a veces poemas como si la verdad tuviera una responsabilidad, un último sentido, pero nosotros preferimos leernos los labios porque, al final, recuerda, al final nunca se sabe; cualquier día puede que nos despertemos en mangas de camisa, con palas en las manos, llenos de heridas iluminando el basurero.
Escrito por jose el 13 de julio de 2004, 11:46:04 CEST
lunes, 12. julio 2004
Felicidades, Pablo Sólo una mujer aprendió a empinarte a conciencia, con su codo de diosa y su boca mundial. Sólo una mujer te sorbió completo, te aflojó la estatua, te exploró la arritmia de los pies a la nuca. Esa mujer eran mil patrias en una. Contemplaste sus nalgas hasta llorar.
Escrito por jose el 12 de julio de 2004, 14:33:18 CEST
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