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miércoles, 31. marzo 2004
31 de marzo de 1492 El día 31 de marzo de 1492, un edicto firmado en Granada por los Reyes Católicos decreta la expulsión de los judíos de España. In memoriam: Adio, Adio querida, No quero la vida Me l'amargates tu. Va, buxcate otro amor,
Aharva otras puertas,
Aspera otro ardor,
Que para mi sos muerta.
Mi agradecimiento a Rua da Judiaria.
Escrito por jose el 31 de marzo de 2004, 0:37:00 CEST
martes, 30. marzo 2004
No smoking
En Irlanda han prohibido fumar hasta en los bares, bajo multa máxima de 3.000 euros. Yo dejé de fumar hace tres años, y no voy a hacer ahora una defensa de los derechos de los fumadores o de los no fumadores, pero me parece una medida extrema, poco tolerante, nada democrática. Por lo visto, los legisladores irlandeses no tienen mucho sentido de la ecuanimidad. Existen personas que toman el café o la cerveza mientras fuman, al igual que existen personas que toman el café o cerveza mientras NO fuman (es decir, mientras respiran); es evidente que la existencia de ambas opciones implica que el mercado es, en este sentido, divisible, puede redistribuirse y dirigirse por separado a ambos grupos. Por tanto, a pesar de las posibles consecuencias de dicho aparheid, ¿no hubiera sido, en todo caso, más equitativo e imparcial que se otorgaran licencias selectivas, es decir, que hubieran bares para fumadores y bares para no fumadores? Dado que fumar es mucho más una práctica social que un vicio solitario, pienso que ilegalizar el tabaco en todos los ambientes, a excepción de casa propia y en al aire libre, puede tener peores consecuencias que hacerlo de forma selectiva.
Escrito por jose el 30 de marzo de 2004, 13:19:09 CEST
Salmo II Qué felicidad. Sois los elegidos. És fácil. Para ser los elegidos sólo hay que creer ser los elegidos. No existieron en la antigüedad hijos de puta más sabios, aunque sí algunos sabios infinitamente más hijos de puta, lo cual nos ofrece una refinada perspectiva de por qué os dejáis imitar. Creisteis en vuestro reino y reinais. Inventasteis lo prioritario: el semáforo. ¿Se puede pedir más? Claro que sí. Si no os conociéramos... Un orden perfecto realiza secreto todo vuestro trabajo, un engranaje exacto de manos y de llagas, valles enteros de espaldas como alfombras, colmillos hambrientos de sueños in vitro. La cosecha está preparada. Nada excede límites. La libertad es un conjuro que lanzasteis tras las sombras y el infierno os ilumina cenital contra toda adversidad. Qué felicidad. Os envidian los dioses, cuyo ombligo ha sido canjeado por la sonrisa cadáver de un recién nacido. No podéis parar el mundo, es verdad, pero sólo vosotros sois los propietarios de cada una de las piedras necesarias que detienen a favor del cerdo las ruedas del planeta. Qué felicidad. Aquí lo tengo. Por el cuello. Miradlo. Es vuestro producto humano. Puede hipotecarlo todo. O casi todo. También es feliz, quiere ser feliz, intenta ser feliz y puede ser feliz; y puede embucharse cuatro metros de intestino; y puede hacer cola para matar al prójimo; y puede escribir su nombre en listas de espera; y puede conservar en lata sus cuatro extremidades; y puede hacer horas extra sin cobrar ni rechistar; y puede manifestarse de siete a ocho si no hay sangre; y puede muscular su odio contra sus tristes miedos; y puede morirse de hambre si nace en tierras huérfanas; y puede pagar a crédito el mejor de los ataúdes; y puede mantener frescas las ideas en el frigorífico; y puede depositar sus esperanzas en un banco de semen; y puede apostar el amor a una sola carta; y puede congelarse durante el próximo milenio. Y se me olvidaba: puede asesinaros, una muerte que, en fin, os preocupa muchísimo menos que la perdurabilidad de vuestro engaño. Vosotros no sois menos suicidas, amigos míos. Qué felicidad. Podeis hipotecarlo, aplazarlo todo. O casi todo. Ahora solamente os falta averiguar cómo retrasar el próximo latido.
Escrito por jose el 30 de marzo de 2004, 0:51:13 CEST
lunes, 29. marzo 2004
Absurdo El sábado estuve hojeando libros de la biblioteca pública. Vi uno en el suelo, de tapas duras y verdes. A alguien se le habrá caído, pensé. Lo recogí y comencé a examinarlo. La primera página era blanca y gruesa, la de cortesía, como es habitual en volúmenes con un mínimo de dignidad. Me sorprendió que la segunda página fuera también blanca, pero recordé que a veces, en determinadas ediciones, se introduce una blanca adicional de cortesía, lo cual otorga cierta elegancia al libro. El tipo de papel era formidable, agradable al tacto, de una calidad tal que le calculé más de tres siglos de vida. Es curioso: en las cuatro páginas siguientes no aparecía título ni autor, tampoco los créditos. También eran páginas blancas. Jamás vi un libro así, tan pulcro, tan bien encuadernado, pero tan vacío de contenidos. En la página quince alguien había escrito algo: "Bloc de notas de Isabel Martín Fernández".
Escrito por jose el 29 de marzo de 2004, 18:12:47 CEST
Urdaci al sol
Escrito por jose el 29 de marzo de 2004, 9:38:34 CEST
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