viernes, 26. marzo 2004

¿Fin de la propaganda?



Hace tiempo que no tengo noticia de la existencia de anuncios televisivos ni radiofónicos al que tanto nos habían acostumbrado últimamente los ministerios españoles (especialmente en precampaña y en campaña electoral), sobre todo el de Medio Ambiente y el de Trabajo. ¿Es que, pasadas las elecciones, el gobierno en funciones considera que ya no es preciso informar o concienciar al ciudadano sobre temas de medio ambiente, pensiones, Tesoro Público, etc? ¿Se quedaron sin dinero? ¿Era efectivamente una farsa electoralista toda esta publicidad? ¿Ya no es rentable para según quién, no? ¿Para qué trabajar por el ciudadano, verdad, si ya es nulo el beneficio político del partido que perdió las elecciones? Estos liberales... En fin.




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Kill Bill, volumen 1.



Cientos de muertos, degollaciones, amputaciones, sangre, y uno sale de la película sin conocer qué origina tanta matanza. Fue un acto reflejo acordarme de algunos gobiernos, de guerras y de atentados terroristas.




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jueves, 25. marzo 2004

Desierto



Parece mentira, pero en la era digital, el desierto todavía es un reloj de arena que marca a la perfección la hora de la muerte; desafía la existencia del tiempo porque lo puntual siempre es llegar tarde a la vida. Parece mentira, pero en la era del rock, del pop y del rap, el silencio del desierto no es una música ni una voz, sino el instrumento que el odio afina a favor de las bombas. Parece mentira, pero en la era de la felicidad, los sueños del desierto no duran la noche entera, cargan un oasis de sangre listo para disparar contra todos los espejismos de paz. Parece mentira, pero en la era de las golosinas, Herodes sigue vivo y se dedica a la distribución de cinturones explosivos.




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miércoles, 24. marzo 2004

Fuga



Amor súbito, quirúrgico, nada perdurable, huído y desierto, batido en retirada, todo saliva y arañazo en el adoquín yace como sangre estremecida por un misterio demasiado concreto; suspirado el cuerpo quedó la sal, un brillo al alba a penas discernible, el sudor huérfano de una piel esquiva, la descarga y el adiós, y el placer derramado que al vacío guardo en un frasco que olvidaré antes que la calle sea barrida hasta desaparecer.




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Salud, dinero y amor



Quien se preocupa en exceso por su salud olvida que esta preocupación es poco saludable. En cambio, quien se preocupa en exceso por sus rentas sabe que esta preocupación es muy rentable. Ninguno de los dos se preocupa en exceso por el amor.




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