Leo que los kuna han comenzado a utilizar con éxito la energía fotovoltaica, el arte del silicio. Como en Panamá, los íberos recibimos una radiación constante procedente del sol a lo largo de todo el año. Sin embargo, en Europa, es Alemania (¡donde el sol es un lujo!) el pais pionero en la instalación de este tipo de materiales, con más de 4000 metros cuadrados de placas. Aunque es verdad que estas láminas de silicio son todavía muy caras de fabricar, repercutiendo en su precio de venta al público, no es una tecnología "nueva"; hace años, muchos, que se utiliza y, sin embargo, los gobiernos del planeta no parecen tener muchas ganas de recortar, disminuir, optimizar los costes de producción para convertirla en una energía de uso habitual, tal y como lo demuestra la partida de los presupuestos destinada a la investigación de esta tecnología. En cambio, los jefes (o sahilas) de Ustupu y Ogobsucum, Leodomiro Paredes y Basilio Smith, están maravillados con las ventajas que les ofrece la energía solar y están dispuestos a sacarle todo el provecho a la bombilla más grande del planeta. Hay que ser tontos, o demasiado listos, para no hacerlo.

Llegaron al Mediterráneo las primeras lluvias de septiembre, el mes del año que a mi más me gusta, aunque truene, aunque llueva. Adoro septiembre y sus charcos. Septiembre nos pone a remojo, nos mete en la lavadora, nos centrifuga y nos cuelga con pinzas de un hilo hasta la próxima tormenta. Limpia bochornos, bronceados y partículas en suspensión, también las que se nos escaparon del cerebro durante las pegajosas siestas de agosto. Pocas cosas de la vida son para mí tan importantes como salir a la calle una mañana de septiembre y sentir la brisa fresca que nos ha regalado la lluvia de la noche y el aroma de la tierra mojada.

En el jardín de los sueños también tengo alergia.

There are still a lot of twins to fall down.

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