jueves, 15. abril 2004

¿Es Orkut una nueva especie de ballena?



No, pero podría serlo. Para los que todavía no lo conocen, Orkut (In affiliation with Google) es un sitio web que conecta a la gente a través de una red de amigos; un lugar de reunión en Internet que permite unir sensibilidades afines y compartir intereses: gratuito, fácil y de rápido acceso. Se ofrece al usuario correo interno y otros servicios, pero lo más novedoso es la posibilidad de crear comunidades sobre temas concretos (arte, política, economía, deportes, personalidades, humor...) a través de foros de diálogo y anuncio de acontecimientos relacionados con dichos temas. Desconozco el potencial de este nuevo invento, sigo en guardia, pero es verdad que podría cumplir la función de agrupar a personas con determinadas expectativas, como es el caso de muchos escritores de blogs que, hasta la fecha, se conocían solamente por los comentarios realizados en sus respectivas páginas. Desde luego, Orkut no es (sólo) una agenda de contactos para navegantes.



Confesaré que en el edit profile, es decir, al rellenar el formulario de personalidad, se me complicó el invento. Lógicamente, para establecer grupos con afinidades, se invita al usuario a declarar de forma voluntaria sus rasgos físicos, intereses y expectativas, como por ejemplo la raza, el estado civil o la orientación sexual. Sin embargo, yo me quedé mudo en el momento de cumplimentar la political view y opté por no responder, no porque no tenga visión política (hipermétrope, eso sí), sino porque no se hallaba entre las opciones dicha "visión", por cercanas que pudieran ser a la mía la very left-liberal o la libertarian. Por lo visto, para los creadores del Orkut no hay término medio entre un Michael Moore y un hippy libertario, pero en cambio si que existe un centrist entre el right-conservative y el left liberal. En fin.



La cuestión es que, como no quería quedar indefinido en la political view del Orkut, me sometí a un test como quien se toma la tensión arterial o van a recetarle un jarabe para su resfriado. De antemano aviso que no saqué nada en claro, como era de esperar. Fui a parar a la aseada página de Movimiento Libertario, donde uno puede realizar un examen de conciencia para determinar su grado de libertarismo. Mientras respondía a las cuestiones del test, me preguntaba si es posible que exista el libertario de izquierdas y el libertario de derechas... No sé. La conclusión es que obtuve un porcentaje del 60%, que implica, según el test, un grado medio-alto de libertarismo. Es algo que no sirve para definirme en la casilla del political view del Orkut, pero al menos me consuela y me relaja no tener las ideas tan claras como para ser un libertario convencido.




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miércoles, 14. abril 2004

El mal gusto



A veces me gusta comprobar cómo, de qué manera no gusta lo que comunmente se entiende por mal gusto. Evidencia doble moral, si no triple. Es la fobia de los refinados, de los gourmets, de los cuidadosos, de los que se esmeran por todo. O casi todo; porque no dejan de asombrarme, por ejemplo, esas familias pulcras embutidas en sus automóviles que hacen cola para comprar y engullir hamburguesas en los McAuto; familias que, sin embargo, llegarán después a casa y borrarán los restos de grasa química de su dentadura con dentífrico - acción - total - blanqueante - efecto - plus - ultrapurificador. Y porque las sotanas huelen a naftalina, a moral a la venta en anticuarios, porque si no los macmierda podrían incorporar sacerdotes que repartieran hostias y confesiones a 1 euro, para de paso purificar las almas... Las mismas familias que vomitarían viendo cualquier película de Pier Paolo Pasolini pero que, en cambio, son capaces de tragar, maravillados, esa oh durísima y oh cristiana película que es La pasión de Gibson. No dejan de sorprenderme menos los que nunca irían a un macauto porque es de mal gusto ir a esos sitios (su marquetín yanquinvasor les resta glamour) o que nunca verían la pasión de Gibson porque es "demasiado católica", ahora que lo guay es la (hipócrita) solidaridad con los árabes y los palestinos. En verdad, ¿qué es el mal gusto, si todos deglutimos basura a diario? ¿Qué es lo que nos sabe mal?

El foco de todo simbolismo de la contaminación es el cuerpo, asimismo el último problema al que induce la perspectiva de la contaminación es la desintegración corporal. El simbolismo corporal adquiere unas connotaciones altamente emotivas, todo lo que sea un desperdicio corporal es sinónimo de peligro. Todo aquello que hace referencia a los límites del cuerpo, que atraviesa sus fronteras (cualesquiera de sus orificios), que signifique restos corporales (de piel, uñas, pelo...), que brote de él (esputos, sangre, leche, semen, excrementos...), tiene el calificativo de altamente peligroso, de impuro. Siendo la contaminación más peligrosa la que ‘se produce cuando algo que ha emergido del cuerpo vuelve a entrar en él. (Orden y Caos. Un estudio sobre lo monstruoso en el arte, Anagrama, Barcelona, 1970, p. 37)



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La pasión de Gibson






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martes, 13. abril 2004

Llave



Salió del mundo, distraído, como quien silba o hace cola para comprar una vida equivocada. Salió del mundo y cerró los sueños aprovechando los portazos del viento. La llave que guardó en el bolsillo le abrió la ingle le perforó la vejiga
el estómago
el pulmón penetró por la aorta hasta el ventrículo izquierdo cerró por dentro todas las puertas de su corazón

su llanto es un embalse y aprende a bucear en su propia sangre

Noé se prepara para el diluvio




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Post asado






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