|
|
|
... Previous page
martes, 25. noviembre 2003
Tengo que aprender A cortar el tiempo con un cuchillo justo por el centro. A mirar la luz de los días sin necesidad de proclamar himnos. A ignorar a los poderosos cuando me ignoran, es decir: siempre. A escribir en el agua con el chorro de la fuente. A adivinar qué recomienda el cielo cuando pasa una nube. A trepar a los árboles haciendo el pino. A reirme de lejos cuando la tristeza se acerca demasiado. A odiar lo mínimo si es que existe un mínimo odiable. A no espantar a mis palomas y a hablar con ellas educadamente. A jugar a canicas otra vez; juegos de la vida que más vale no olvidar. A botar de nuevo todas la pelotas de mi infancia. A respetar los misterios que no se niegan a ser revelados. A no enseñarle a los niños el juego de la inmortalidad. A huir de las profesiones, la profesionalidad y la profesionalización. A lograr una masturbación menos mecánica. A decir sí cuando digo no, a veces. A no morder la capucha del bolígrafo, los marcos de las puertas. A quererme un poco más de lo que me querría si no me quisiera. A callar a tiempo. Y a besar más, y mejor.
Escrito por jose el 25 de noviembre de 2003, 8:13:47 CET
lunes, 24. noviembre 2003
Casa perdida Existe una ciudad en el planeta Tierra donde se lucha a muerte contra una plaga de garrapatas. En esa misma ciudad se van a gastar más de 20 millones de pesos en el impulso del desarrollo productivo apícola. En principio, no existe relación alguna entre ambos fenómenos, a excepción de la ciudad y este texto. Si a usted le molestan las garrapatas y además no se gana la vida robándole la miel a las abejas, quizá no le interese mucho vivir en Parral (Chile). Ahora bien, si a usted le gusta mucho, muchísimo, la poesía, los poetas, y también las casas de los poetas, sepa que ha echado a perder esta oportunidad: tenga en cuenta que por menos de 80.000 euros, que es más o menos lo mismo en dólares, podía haber comprado la casa donde nació nada más y nada menos que el Premio Nobel de Literatura Neftalí Ricardo Reyes Basoalto, más conocido como Pablo Neruda. Mi casa, las paredes cuya madera fresca / recién cortada huele aun.... Por lo visto, la memoria del gobierno chileno y la memoria del pueblo chileno son caminos que pocas veces se cruzan.
Escrito por jose el 24 de noviembre de 2003, 10:43:37 CET
domingo, 23. noviembre 2003
Búsqueda legítima II Tras la niebla de la víspera, hoy veo con mayor claridad lo que, en verdad, ayer estaba buscando, algo que, afortunadamente, no hallé, pero que me sirvió, en parte, para reflexionar más a fondo sobre el asunto. Un paseo, dos copas de vino, una buena película y dormir como un tronco durante unas horas ayuda mucho. Y me doy cuenta de que mi desconsuelo, la desesperanza, mi falta de ánimos, la tristeza, la idiotez suprema, la parálisis emocional, no procede del hecho de no poder hallar, por ninguna parte, un lugar, un dulce rinconcito sin humanos, sino un mundo sin policías. Un planeta sin policías. No me refiero a esa gente más o menos respetable, trabajadora y a sueldo del Estado, que se viste de uniforme y se pasea por las calles con el objetivo de garantizar la seguridad de los ciudadanos (que también, que los hay que..., bueno..., como en todo). Me refiero a la otra mitad de la especie humana, e incluso, a veces (conste en acta) a la propia mitad de mí mismo..., para ser ecuánime. Me dirán paranoico, da igual, pero desde hace tiempo y va en aumento, tengo la sensación de que nos entrenan para ser policías, además de jueces, claro. La cincuentona con la bolsa de la compra, que no conozco de nada, y que al pasar me mira de arriba a abajo, como buscándome el fallo, el error, la arruga, la mancha, como un perro domado para detectar la coca; el compañero de trabajo, que me vigila por la espalda para saber en qué empleo el tiempo, en qué lo desperdicio, en què no, y cuáles son las tuercas que he dejado de enroscar; el vecino del quinto, que en el ascensor me habla correcto, pero me mira con gran desconfianza, sin que todavía sepa yo por qué extraña razón se comporta de ese modo; los compañeros del equipo en el que juego, que un día sin ton ni son se ponen a gritarme como locos, como si hubiera cometido un crimen, por un partido que simplemente jugué sin concentración, me salió mal y que, sin embargo, acabamos ganando; la presentadora de televisión agrediendo verbalmente a un invitado; el locutor de las telenoticias, manipulando la imagen de Arafat; ese amigo mío que creía que era mi amigo y que, en realidad, lo único que le divierte es juzgarme en cada conversación. ¡Policías! Somos policías. Policías patrullando de la mañana a la noche. Y lo que es peor: nos entrenamos unos a otros para seguir siéndolo. Siempre estamos criticando, valorando, juzgando, vigilando, espiando, censurando, controlando, acechando, reprendiendo, reprobando, inquiririendo, indagando, murmurando, despellejando. Hay días, como el de ayer, en los que se me olvida coger los escudos, ponermela coraza, enfundarme el chaleco antibalas y hasta la mascarilla de oxígeno. Es así como, por unas horas, el mundo se me hace irrespirable y acabo pensando que todo, incluido yo, es inhumano.
Escrito por jose el 23 de noviembre de 2003, 11:02:01 CET
sábado, 22. noviembre 2003
Búsqueda legítima Hoy busco un lugar sin humanos. Qué le voy a hacer, a veces tengo días así, inevitables, hacia dentro, días en que esos seres me dan miedo, claro que a sabiendas de que soy uno de ellos o, al menos, pertenezco a la especie, un hecho científico que, por descontado, no me consuela. Digo, pues, porque me apetece decirlo, y si no rebiento, que hoy tengo un día inhumano. No cruel, ni poco comunicativo, ni insolidario, solamente inhumano. Me apetece ver a poca gente, por no decir a nadie. Con soportarme a mi, este caminar erguido, este educado uso del tenedor, este mirarme al espejo sin verme, esta constante ansia de algo que ni siquiera sé qué es, y que imagino que en verdad no es nada, todo esto es mucho más que suficiente para sobrevivirme durante unas cuantas horas hasta que simplemente me pase y lo supere. Me da igual que alguien, o nadie, opine este idiota siempre está triste, desde luego, qué repelente, ¿acaso eso importa? Hoy busco un lugar sin humanos. Siempre hay alguno allá donde voy y donde no voy. Hay humanos por todas partes. Qué locura. Qué inhumano. Somos una plaga.
Escrito por jose el 22 de noviembre de 2003, 19:48:57 CET
jueves, 20. noviembre 2003
Viaje a Bruselas Y fue entonces cuando Cátulo abandonó su escalón, caminó hasta el mismo centro del foro y dijo: Que lo sepan todas la polis hasta morirnos de vergüenza, si es que nos queda. Mi pais tiene ciudades donde los ciudadanos, además de putas, pagan las camas, donde los alcaldes, sus consejeros y sus negocios de trapicheo se han entrenado a conciencia en hacer tantas estupideces que sus escasos cerebros de mangantes han perdido hasta la capacidad de aprender a ser todavía más idiotas; ciudades como la que yo habito, allá en Hispania, donde la basura ha tomado la calle, se ha convertido en propietaria de la urbe, ella solita ha organizado largas procesiones de mierda y de ratas, y a diario celebra solemnes misas y circos de putrefacción, somete a los rebeldes de la escoba, se amontona y se revuelca sobre sí misma alrededor de los contenedores de reciclaje que, un buen día, tanto me alegró que instalaran en el barrio y que ahora ni siquiera son visibles a simple vista, tal es la montaña de basura que las cubre. Y todo eso porque el carro de recogida de basuras ha dejado de pasar. En la ciudad fea donde vivo somos más de cien mil habitantes, fíjense cuántas putas somos, y la tasa de basuras que pagamos llena las arcas públicas con más de 12 millones de euros, capital que no sabemos dónde va a morir. ¿Y tu me dices que no deberíamos perder la confianza en los políticos que tenemos? Dime tú una sola persona que en verdad se fíe de los políticos. Los que sufrimos nosotros empezamos a tener muy claro lo que son: ladrones fabricantes de mierda. A continuación, Cátulo montó en su caballo y se fue silbando.
Escrito por jose el 20 de noviembre de 2003, 21:21:50 CET
... Next page
|