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Latidos Son latidos lo que pierdo. Y cada día más. A saber dónde se fueron los del pasado invierno, los de ayer, los demorados hasta el final de un beso, los desperdiciados contra un par de hijos de puta, los palpitados diez segundos antes de escribir esta palabra. Contengo la respiración como si no existiera el tiempo y siento como un eco lejano nuevamente se duerme dentro mí. Latidos que se van. El tiempo es una infección.
Escrito por jose el 20 de junio de 2005, 21:22:40 CEST
Salta Lobo, o saltas ya, o ahí te quedas. En este río apacible donde es tradicional que los sueños se ahoguen, justo entre una roca y otra, toda distancia es espejo, cualquier caricia es lejana, y la victoria nunca se gana antes de cumplir la promesa de haber brincado bien alto, y como Dios siempre manda, sobre toda la mierda. No te manches y salta. Porque o saltas o te quedas. Esa es la ley suprema. La apuesta por dejarse llevar entre dos vacilaciones, entre un silencio o dos, la apuesta en general entre el alejamiento forzoso y el subterfugio imbécil, te abrirá la boca del lobo como tumba de la esperanza ante cualquier horizonte perfectamente construido. Lobo, por favor, o saltas ya o ahí te quedas. Recuerda mentir bien; algún día deberás argumentarle a alguien piedras en el riñón y para eso te remitirás a la idiotez sublime de que el hecho de haber nacido puede explicar algo.
Escrito por jose el 11 de junio de 2005, 0:55:46 CEST
Postal Las remendadoras del puerto no remiendan redes sino el mar.
Escrito por jose el 10 de junio de 2005, 11:38:42 CEST
Escape tan intensa fue la tormenta que el mar era todo excepto un pez tarde se dio cuenta de que el diluvio universal era un sentimiento prometido a las ballenas satisfechas para no ahogarse se puso trepar lluvia arriba silbando
Escrito por jose el 2 de junio de 2005, 23:22:52 CEST
De memoria No fue adrede, vale, pero existió en ti una forma perfecta de permanecer lejos que supuestamente guardaba una extraña cercanía con mi boca, con mi boca o conmigo, no sé, algo así como un diagnóstico de odontólogo, un análisis de costes, un dios mío qué será de mí si no me vences miedo adentro, si no eres victoria pura, si no eres hombre al fin. No fue adrede, vale, pero existió en ti un modo de permanecer lejos. Un modo de permanecer. No pido memoria, ni es inútil el consuelo: es idiota. Vano recuerdo el de la mano fugaz que dio de comer a las palomas.
Escrito por jose el 21 de mayo de 2005, 0:29:48 CEST
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