Ven tal como eres

Ven como tú eres, como tú eras, Como yo quiero que seas Como un amigo, como un amigo, como un viejo enemigo Tómate tu tiempo, date prisa La elección es tuya, no llegues tarde Tómate un descanso como un amigo, como un viejo recuerdo

Ven rociado de barro, calado de lejía Como yo quiero que seas Como una moda, como un amigo, como un viejo recuerdo Y juro que no tengo un arma, no, no tengo un arma No, no tengo un arma

Kurt Cobain

Ayer por la tarde vi cómo, en la calle, un taxista sacaba brillo a su herramienta de trabajo, un flamante y pulquérrimo BMW que ya de por sí brillaba sin necesidad de un aseo adicional por parte del jinete. Sin embargo, sirviéndose de un pañuelito de papel, el hombre se afanaba en los retrovisores, en las llantas, en los faros..., y vuelta a comenzar, como si la mirada de los viandantes pudiera manchar su estupendo carro. No sé cuánto tiempo llevaba ya el hombre en estos menesteres... Yo lo observé durante un par de minutos, mientras esperaba a un amigo, el tiempo justo para ver cómo finalizaba su faena. Con los brazos en jarra, se plantó satisfecho ante el BMW, después le dio un par de vueltas (el "por-si-acaso") y, para culminar su repugnante obra, lanzó al suelo el pañuelito de papel.

La distancia entre tres pozos es de 15 metros. En el primer pozo la profundidad es de 6 metros, 12 metros en el segundo y 40 en el tercero. Un hombre pasea por el campo y cae en el pozo menos profundo. Con algunos rasguños, logra trepar hasta la superficie y sigue paseando. Un poco más allá, vuelve a caer en el pozo de 12 metros. Se ha torcido el tobillo, pero tiene los brazos fuertes y se ayuda de las raíces de los árboles para de nuevo ascender. Cojo, va en busca de su automóvil para acudir a un centro médico, pero vuelve a caer. Durante el descenso de 40 metros, la víctima no piensa en el propietario del terreno que ordenó construir los pozos, ni en las leyes de perforación en el campo, ni tampoco en las personas que ya cayeron o caerán en ellos. Sólo piensa en cómo saldrá de ésta y si habrá alguien o algo que le pueda ayudar a salir. Y si sale, sus paseos se habrán convertido definitivamente en búsquedas; buscará toda su vida dónde está el cuarto pozo. El que no existe.

¿Islámico o islamista? Ya no importa. El daño está hecho. Al radical del islamismo se le sigue llamando "islamista", mientras que al radical del cristianismo no se le llama "cristianista". Además, es injusto que cristianista suene como tenista o dentista, y que islamista suene como terrorista o extremista. Y, por cierto, ¿a qué suena pactista? ¿A qué huelen las nubes?

Desconecto por un momento la Próxima estación: Esperanza de Chao y me pongo la de Atocha. Comisión 14-meme, ¿o era 11? Escucho la voz firme y confiada de Zapatero en la radio, de la que salen palabras masivas, puesto que, obviamente, se dirigen a una masa masificada por los medios que, por sí misma, masifica, una masa que se amasa y se amansa, esa amalgama que somos, dentro de la que estamos, con democracia y talante, como individuos tubérculos. La voz del ex-excelentísimo presidente repite hasta la saciedad el término 'masivo'; por ejemplo, 'engaño masivo', o "borrado masivo" de ficheros infórmaticos. Lo que me recuerda, así a bote pronto, las armas aquellas de destrucción también masiva, que están ya en desuso, tanto en la búsqueda como en los argumentos de tertulianos y otros anos. También me recuerda la movilización masiva de móviles delante de la sede del PP la noche del 13. "Masa" parecía una palabra desterrada del lenguaje político... ¡La rebelión de las masas! ¡La gran chorrada! ¿Como se va a rebelar algo que está hecho para meterlo en el horno y sacar pan, rosquilletas o pastelitos? ¿Engaño masivo? Pues sí, tiene razón el ex-excelentísimo; PP y PSOE, mira por dónde, son partidos de masas. Lo que pasa es que los engañados somos siempre los mismos y los que engañan..., pues también, también.